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Pedro Sánchez describe la inmigración como una necesidad para España: hechos y contradicciones

El presidente español culmina una gira por Mauritania, Gambia y Senegal, donde defendió una migración ordenada mediante un modelo "circular". Aunque también apoyó la deportación de migrantes ilegales, la oposición le tilda de "irresponsable". Los analistas consultados dudan de que se aborden las causas de fondo de los procesos migratorios.
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Con su visita a la capital senegalesa de Dakar, Pedro Sánchez concluyó su gira por diversos países africanos occidentales, donde presentó iniciativas para promover los flujos migratorios regulados y la lucha contra las mafias que se lucran con la migración irregular.
En Senegal, el presidente del Gobierno español suscribió con su homólogo Bassirou Diomaye Faye un Memorando de Entendimiento para desarrollar el llamado "modelo de migración circular", una fórmula para gestionar localmente la cobertura de puestos de trabajo en España. Es decir, la contratación de trabajadores en origen por un período determinado y a demanda de las empresas españolas.
Antes, en Mauritania y Gambia, se firmaron memorandos semejantes con los presidentes Mohamed Cheikh El Ghazouani y Adam Barrow, respectivamente. "Se trata de una fórmula que España ya ha desarrollado de manera exitosa en diferentes países, y que constituye una buena herramienta para gestionar de manera ordenada y legal el flujo de migrantes", explican en el Ministerio de la Presidencia de España.
Junto con otros acuerdos en el marco de la seguridad, la iniciativa de la migración circular trata de desincentivar la actividad de las mafias. Con este mismo fin, Sánchez expresó su total apoyo a la política de deportación de inmigrantes que hayan penetrado en el territorio español de manera ilegal.
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"Este retorno traslada un mensaje desincentivador, nítido, claro y contundente a las mafias y a quienes se ponen en sus manos, pero esencialmente porque la legislación europea y española obligan a ello", afirmó Sánchez durante un acto en el Instituto Cervantes de Dakar, donde presentó el proyecto Alianza África Avanza de fomento de inversiones en Senegal.
En este punto, el opositor Partido Popular (PP) denota un cambio en la postura del Gobierno sobre la migración, al entender que Sánchez aprueba ahora una medida cuya defensa afeaba al PP, tachándoles de "xenófobos". Su secretaria general, Cuca Gamarra, puso en duda su coherencia y principios. "Sánchez lo mismo llama xenófobo al PP por defender la migración legal, que pide devoluciones masivas de migrantes", escribe en su cuenta personal de la red X.
El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, afirmó en el mismo medio que "es irresponsable alentar un efecto llamada" y que Sánchez "promociona España como destino" de la inmigración irregular. Por su parte, el líder de Vox, Santiago Abascal, fue más allá y culpó tanto al Gobierno como al PP de la tensión migratoria actual en las islas Canarias, al acusarles de importar "inseguridad y miseria", así como de promocionar una "invasión islamista".
La crítica a Sánchez y al PSOE también viene desde el seno del Gobierno de coalición. La líder de Sumar y vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, se desmarca de las medidas de deportación de inmigrantes irregulares. "Seguir las mismas recetas en migración que la derecha es un fracaso y un error", escribió en su cuenta de X, donde defendió políticas de "acogida y solidaridad".

Inmigración como necesidad

Fue en la capital mauritana, Nuakchott, donde Pedro Sánchez primeramente se refirió a la inmigración no como un problema, sino como "una necesidad que presenta algunos retos".

"Para nosotros, el fenómeno migratorio es una cuestión de principios morales, de solidaridad y de dignidad. Pero también de racionalidad", manifestó Sánchez en presencia del presidente Mohamed Ould Ghazouani el 27 de agosto.

Dos días más tarde, en Dakar, refiriéndose a la contratación en origen y la migración ordenada, aseguró que esta "conviene a todos" y "vacuna contra quienes hacen de la migración irregular un negocio" y frente a los que la utilizan "para extender el odio y la xenofobia", en referencia a las mafias y la extrema derecha.
El Gobierno español parece tener claro el impacto positivo de los trabajadores inmigrantes en la economía del país y también en su horizonte demográfico. Con casi 21,2 millones de personas afiliadas a la Seguridad Social, España consolidó en agosto la cota histórica de 21 millones alcanzada en abril, según datos del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones. La cifra garantiza el sostenimiento del sistema público de pensiones.
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Pero la idea de que "la economía española necesita de la inmigración regular" puede pecar de reduccionismo y desembocar en un "topicazo" imperante en el ámbito de la política y la comunicación que obvie cuestiones vitales. Así lo cree el economista y divulgador Fernando Luengo, que advierte del peligro de situar tal idea en el "cómodo mundo de las generalizaciones".
"Es cierto que una parte sustancial de las personas migrantes que llegan España y a Europa son jóvenes, contribuyendo, por lo tanto, al rejuvenecimiento de la pirámide poblacional, y que, si consiguen trabajar, son un factor de dinamización del consumo y de la inversión", explica a Sputnik.
"Pero no se dice nada sobre las condiciones laborales, en algunos casos próximas al esclavismo, sobre los bajos salarios que perciben o sobre las infraviviendas en las que habitan", añade.
En su opinión, hay que abordar tal coyuntura con un grado de análisis más profundo, especialmente si quien está a los mandos del país es un Gobierno que se dice de izquierdas. "Porque en el corazón de los agregados macroeconómicos hay clases sociales, hay diferencias estructurales que el uso y abuso de los agregados ocultan. Y los inmigrantes se encuentran instalados en los segmentos más precarios del entramado económico y social", subraya.
Para el sociólogo Daniel Seixo, la conclusión en síntesis que hace el Gobierno de España sobre la necesidad de la inmigración, revela en realidad las "propias contradicciones del sistema capitalista", recrudecidas por la posición geográfica de España en tanto que frontera entre la UE y el llamado sur global.

"El Gobierno no puede decir que la inmigración es algo positivo al mismo tiempo que subcontrata su política de control fronterizo a Marruecos, país que no respeta los derechos humanos y que combate con todo tipo de tácticas reprobables la llegada de migrantes, la cual, además, usa como arma de presión contra España para terminar de conquistar el Sahara Occidental", explica Seixo a Sputnik.

El resultado de esta política de delegación del control fronterizo es que "España combate a la inmigración", sostiene este sociólogo, para quien no cabe olvidar tragedias "como la de la playa del Tarajal y el genocidio continuado en el Mediterráneo producto de las políticas de Bruselas".

Característica estructural

El número de personas que habitan en España alcanza los 48,8 millones, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). De ellas, 6,6 millones son extranjeras, aunque la cifra de los no nacidos en el país alcanza los nueve millones.
"El crecimiento poblacional de España se debió al incremento de personas nacidas en el extranjero, mientras que el número de personas nacidas en España disminuyó. Esta población nacida en el extranjero –de 9.036.416 personas– fue mayor que la de nacionalidad extranjera, debido a los procesos de adquisiciones de nacionalidad española", escriben los estadísticos del INE.
La parte de inmigrantes y población extranjera que compone esta demografía, genera un sustento económico interesante: su tasa de actividad es superior a la de los españoles y es una de las más elevadas de la UE. Así lo consigna el Banco de España en su boletín económico de agosto.
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"En 2023 la tasa de participación de los extranjeros que residen en España (78 %) era una de las más altas de la UE, por encima de las observadas en Alemania (73 %), Italia (71 %) y Francia (70%)", escriben los economistas del regulador español, que destacan que su actividad suele concentrarse en trabajos "que no requieren un nivel elevado de formación y con condiciones laborales más desfavorables".
¿Cabe interpretar entonces que la maquinaria económica española se nutre en buena medida de una parte de la población especialmente productiva y mal pagada? Hasta cierto punto, la gira africana de Pedro Sánchez "corresponde con la necesidad de la burguesía española de seguir teniendo mano de obra barata", considera Daniel Seixo, para quien el flujo migratorio define un mercado laboral precario, "pero no tan precario "como para causar alarma social".
"Pero con esto se fomenta una rivalidad con tintes xenófobos entre la clase trabajadora europea y los trabajadores migrantes del sur. Se azuza al trabajador europeo contra el inmigrante, asegurándole que su precariedad es fruto de la inmigración irregular. Pero esto no es así", añade.
"Yo resumiría la política migratoria de España en aquella frase de Samuel Eto'o, aquel futbolista camerunés del FC Barcelona, que decía que tenía que correr como un negro para cobrar como un blanco. Es decir, a los inmigrantes se les exige siempre los máximos esfuerzos, pero al final no llevan una vida digna, sino precaria", lamenta Seixo.
El cuidado de las condiciones laborales y una gestión eficaz de la necesidad de la inmigración es la "línea divisoria" que debería distinguir a la izquierda española "de la derecha y el fascismo", apunta Fernando Luengo, pues la explotación de los discursos de odio y las mentiras "dan buenos resultados electorales" a la extrema derecha. De resultas, la percepción de la ciudadanía sobre la inmigración no casa con las estadísticas oficiales.
Según un estudio de la Fundación Iseak, la gente cree que supone ya casi un tercio de la población, cuando en realidad apenas alcanza el 17%. Y ante la pregunta de "cuál es el principal problema que existe actualmente en España", el 16,9% de los encuestados en julio por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) responde que es la inmigración, que sube al cuarto lugar de sus preocupaciones tras el desempleo, los problemas políticos y la crisis económica. Es un porcentaje superior en 10 puntos al mostrado justo un año atrás.

El problema en origen

Da la impresión de que tanto la política migratoria de la UE como las iniciativas presentadas por Pedro Sánchez en su gira africana no abordan el problema fundamental, sino que lo parchean. Es decir, el objetivo no es arreglar los problemas de los países que hacen que sus habitantes huyan. Para que Europa siga siendo un jardín, ¿se necesita que África siga siendo una jungla?
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Ante esta cuestión, Luengo duda de que realmente se quiera abordar "las causas de fondo de los procesos migratorios" y crear condiciones de vida decentes en los países de origen que no expulsen a su población. A su juicio, no cabe denominar como contribución al crecimiento de la economía el hecho de acometer unas travesías llenas de peligros "para llegar a una Europa cuya máxima preocupación ha sido levantar muros" y que, una vez traspasados estos, se ofrezcan "trabajos miserables en condiciones miserables".
"Hay que apoyar los procesos revolucionarios en África, como están haciendo Rusia y China", afirma tajante Seixo. A su juicio, los problemas de la región no se solucionarán con las "estrategias de buenismo" de la socialdemocracia europea y con soluciones importadas. "El injerencismo occidental tiene que cesar, hay que evitar la rapiña de los recursos africanos, evitar el callejón sin salida que aboca a la población joven a emigrar".

"¿Qué habría sido de África si Patrice Lumumba, Amílcar Cabral, Thomas Sankara o incluso Gadafi, hubiesen podido desarrollar sus procesos revolucionarios en paz, aplicar las políticas que pretendían transformar el futuro de sus pueblos y darles la soberanía sobre sus recursos? Quizá hoy la emigración no sería necesaria", concluye este sociólogo gallego.

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