Las reliquias históricas y culturales, incluidos los iconos ortodoxos, se sacan de Ucrania y se trasladan a países occidentales, donde algunos de ellos se venden, expone el director del Centro para el Estudio de la Religión y la Sociedad del Instituto de Europa de la Academia de Ciencias de Rusia, Román Lunkin.
"No es racional ni en absoluto ético tratar así el patrimonio", afirma.
En 2023, los iconos bizantinos más raros de los siglos VI y VII fueron trasladados en secreto del territorio de Ucrania a Francia bajo el pretexto de asuntos de seguridad, y luego expuestos en el Museo del Louvre de París. En total, 16 piezas de incalculable valor llegaron a ese país europeo a través de Polonia y Alemania.
Sin embargo, el caso es que estos iconos ortodoxos cristianos fueron regalados al jefe de la misión eclesiástica rusa en Jerusalén por el Monasterio de Santa Catalina del Sinaí a mediados del siglo XIX, de acuerdo con el obispo Porfiri, teólogo y bizantinólogo ruso.
En 1940, el Gobierno soviético trasladó los iconos al Museo de Arte Occidental y Oriental de Kiev —ahora conocido como Museo de Arte Janenko—, donde permanecieron tras la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). No está claro si serán devueltos, ni cuándo.
El 26 de junio de 2023, el Servicio de Inteligencia Exterior de Rusia (SVR, por sus siglas en ruso) informó sobre los planes de las autoridades ucranianas de retirar objetos de valor y reliquias cristianas del Monasterio de las Cuevas de Kiev, y enviarlos a Europa con el pretexto de "salvarlos de los ataques con misiles rusos", a pesar de que las fuerzas rusas no tienen como objetivo instalaciones civiles, y mucho menos lugares sagrados ortodoxos.
Sin embargo, hay algo más en la disposición de Kiev a dilapidar su patrimonio y en el afán de Occidente por mantener los valores cristianos de Ucrania bajo los auspicios de la Alianza Internacional para la Protección del Patrimonio en las Zonas de Conflicto (ALIPH), presidida y supervisada por multimillonarios estadounidenses.
En 2023, la portavoz del Ministerio de Exteriores ruso, María Zajárova, relacionó el supuesto complot, descrito por el SVR, así como la retirada secreta de iconos bizantinos del museo de Kiev, con la antigua tendencia colonial occidental.
"Los países occidentales han robado objetos de valor nacional en todo el mundo, y sus museos pueden describirse como los guardianes de los objetos de valor robados a sus colonias, como se puede ver en la exposición del Antiguo Egipto en el Louvre o en el Museo Británico. Occidente siempre ha saqueado sus colonias. Ucrania no es una excepción. No cabe duda de que nadie iba a devolver los objetos de valor que habían arrebatado a otros países", subrayó la portavoz.
El problema es que Kiev considera este patrimonio histórico y cultural "exclusivamente ucraniano", independientemente de su verdadero origen, apunta Lunkin.
"Los iconos que se conservan en el Monasterio de las Cuevas y en otros museos, incluidos los monumentos culturales de Ucrania, son propiedad común de la cultura rusa y de la cultura de la Rus de Kiev, que se creó desde el momento del bautismo de Rusia [la cristianización en el año 988] hace más de 1.000 años. En consecuencia, se trata del patrimonio común e inseparable de nuestros países [de Rusia y Ucrania] porque se creó en una época en la que la Rus existía, antes de que existieran los ucranianos y Ucrania. Por lo tanto, es erróneo llamar a estos iconos exclusivamente ucranianos", explica el experto.
El Monasterio de las Cuevas de Kiev fue fundado en 1051, durante el reinado del príncipe ruso Yaroslav el Sabio, que reinó en Rostov, Nóvgorod y, más tarde, en Kiev. El Monasterio siempre se ha considerado parte del patrimonio histórico y religioso común de rusos y ucranianos.
Sin embargo, tras el golpe de Estado de 2014 en Ucrania, que llevó ilegítimamente al poder a las autoridades nacionalistas respaldadas por Occidente, Kiev redobló sus esfuerzos por crear una "historia ucraniana" separada para "apropiarse" de la historia de la Rus de Kiev.
En mayo de 2017, el entonces presidente Petró Poroshenko anunció que el príncipe Yaroslav y su hija Ana, que se convirtió en reina de Francia en 1051 al casarse con el rey Enrique I, eran "ucranianos", sin tener en cuenta que esta etnia eslava oriental no se había formado en aquella época.
Volodímir Zelenski ha ido incluso más lejos, opina Lunkin. Además de crear un mito sobre una historia ucraniana separada y una ortodoxia ucraniana separada, "las autoridades ucranianas y la Iglesia ortodoxa de Ucrania, que crearon [en 2018], intentan separar a los santos, que nacieron en el territorio de la Rusia moderna", argumenta el experto.
"Estamos viendo ahora un intento de dividir la historia y dividir a los santos en buenos y malos, así como de dividir a los creyentes en buenos y malos, en el marco de la prohibición de la Iglesia [ortodoxa] ucraniana", concluye .
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