En sus palabras, el intercambio parece haber sido "un acuerdo negociado entre los servicios secretos rusos y la CIA estadounidense".
En particular, Scott Ritter apunta a que entre los 16 prisioneros liberados por Rusia estaba Evan Gershkovich, "atrapado con las manos en la masa recibiendo secretos rusos"; el veterano de la Marina estadounidense Paul Whelan, también acusado de espionaje; mientras que Vladímir Kará-Murzá, que se autodenomina figura política rusa, resultó tener una residencia permanente de EEUU.
"Esto implica que había una relación especial entre él [Kará-Murzá] y el Gobierno estadounidense de la que este mismo no quiere hablar en público", anota.
Por su parte, entre las ocho personas liberadas por EEUU se encontraba Vadim Krásikov, arrestado en Alemania en 2019 y acusado de eliminar al terrorista georgiano-checheno Zelimján Jangoshvili.
"Fue alguien que había masacrado y asesinado a prisioneros de guerra rusos durante el conflicto checheno", recordó.
Según Ritter, el intercambio de prisioneros que se lleva a cabo al término de la presidencia de Joe Biden "lo mejor que tendrá lugar en las relaciones entre EEUU y Rusia" en los próximos años.
"Por eso era necesario que ocurriera ahora, y por eso ocurrió el mayor intercambio de prisioneros desde el fin de la Guerra Fría. Quién sabe qué nos deparará el futuro... Ojalá sea el comienzo de una tendencia de buenas relaciones, pero probablemente no", concluyó.
El pasado 2 de agosto, la Organización Nacional de Inteligencia de Turquía (MIT, por sus siglas en turco), informó que el intercambio de 26 prisioneros de siete países, el mayor en los últimos años, se realizó en Ankara con la mediación del organismo. Horas después, el Servicio Federal de Seguridad de Rusia (FSB) comunicó que como resultado del canje de prisioneros entre Rusia y otros países, ocho ciudadanos rusos regresaron a su país de origen. El propio presidente ruso, Vladímir Putin, los recibió en el aeropuerto a su llegada a Moscú.
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