El representante especial de Hungría ante la UE, Balint Odor, ha sido duramente criticado por sus colegas de Bruselas por la forma en que Hungría ha iniciado su presidencia del bloque, reportó Politico. En una reunión celebrada el 10 de julio, todos los Estados miembros de la Unión Europea, excepto Eslovaquia, expresaron su descontento con motivo de los recientes viajes del primer ministro húngaro, Viktor Orban, a Moscú y Pekín.
Aunque la parte húngara informó que las visitas a Rusia y a China "no se celebraron en nombre de la Unión Europea" y "no se llevaron a cabo sobre la base de un mandato de ninguna de sus instituciones", diplomáticos europeos manifestaron que Orban actuó "en contra de la letra y el espíritu de las conclusiones del Consejo Europeo dañando así la unidad de la UE".
Como citó el medio, a Hungría "le bastaron nueve días para perder el resto de su credibilidad", subrayando que "no hubo precedentes de que la Presidencia sea reprendida de tal manera por todos los demás [miembros de la UE]".
De acuerdo con el periódico, varios embajadores del bloque amenazaron con "consecuencias prácticas" si Orban sigue su camino actual. Así, la opción más inmediata sería boicotear las reuniones informales de ministros organizadas por Budapest, revela el medio.
Además, el representante estonio Riho Terras está recabando apoyos para instar a los máximos dirigentes de la UE a despojar a Hungría de su derecho de voto en las decisiones de la alianza. Se trata de la sanción más grave que puede imponerse a un Estado miembro, pero hasta ahora nunca se ha aplicado.
No obstante, destaca el medio, "cuando se trata de Budapest, Bruselas ladra más que muerde". La publicación precisa la dificultad de los países de la UE para ir más allá de la condena pública.
"En realidad, las opciones son limitadas", comentó al medio un diplomático no relevado. Por ejemplo, cambiar el orden de las presidencias o acortar el turno de seis meses de Hungría al frente de la UE podrían haber sido opciones en un momento dado, pero "ahora son jurídicamente delicadas, ya que la presidencia ya está en curso", planteó.
Pero eso no significa que las represalias estén descartadas en el futuro, según advirtieron altos funcionarios europeos, uno de los cuales describió la reunión del 10 de julio como una "tarjeta amarilla" para Budapest.
En el contexto de los intentos de Hungría por mantener una política independiente a pesar de la presión de Bruselas, "no se pueden descartar represalias más duras" por parte de Bruselas si Orban "cruza otra línea roja, por ejemplo en las relaciones con el expresidente estadounidense Donald Trump", pronostica Politico.
"Es posible que Bruselas se plantee sacar tarjeta roja a Budapest. De momento, el juego continúa", resumió el periodico.
El 5 de julio, Orban y su delegación llegaron a Moscú y se reunieron con Vladímir Putin. Describió su visita a Moscú como la siguiente fase de su misión de paz, cuya primera etapa fue un viaje a Kiev el 2 de julio.
Ya entonces, un representante de la Comisión Europea afirmó que la visita del primer ministro húngaro a Moscú socavaba la unidad de la UE.
Orban continuó después una serie de reuniones con líderes mundiales y viajó a Pekín, donde se reunió con el presidente chino, Xi Jinping. A continuación, el primer ministro tomó un vuelo a Washington.
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