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¿Occidente anima las protestas en Georgia al estilo del Euromaidán en Ucrania?

EEUU, la Unión Europea y la OTAN criticaron la recién aprobada ley sobre agentes extranjeros en Georgia. A la par, los cancilleres de Islandia, Lituania y Estonia participaron en manifestaciones contra la legislación en Tiflis. Expertos consultados por Sputnik califican estas acciones como una intromisión extranjera en los asuntos georgianos.
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El ministro de Asuntos Exteriores lituano, Gabrielius Landsbergis, expresó abiertamente su apoyo a las aspiraciones "europeas" de los manifestantes georgianos, en una manifestación realizada el 15 de mayo.
"En una democracia, el Gobierno les debe a ustedes, el pueblo georgiano, seguir la dirección que les indica su brújula moral", dijo Landsbergis ante la multitud. "Hablo porque estoy (...) del lado de una Georgia europea".
Pero el alcalde de Tiflis, Kakha Kaladze, secretario general del gobernante partido Sueño Georgiano, calificó las acciones de hostiles y destinadas a dividir a la sociedad georgiana. "Esto no es amistad, es enemistad, es un intento de profundizar la polarización en nuestro país", dijo al canal de televisión Rustavi 2. "¿Se imaginan a nuestro ministro de Asuntos Exteriores yendo a Ereván y hablando en un mitin de la oposición [armenia]?", cuestionó.
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"Esto es una injerencia directa"

No es la primera vez que funcionarios lituanos avivan protestas públicas en un Estado extranjero, según el doctor Eduardas Vaitkus, político lituano que fue candidato independiente en las elecciones presidenciales lituanas de 2024.

"Esto es una injerencia directa en los asuntos internos del Estado soberano de Georgia", dijo Vaitkus a Sputnik.

Vaitkus citó precedentes anteriores de la intromisión de Lituania en los asuntos internos de Ucrania y Bielorrusia. Y es que Vilna ha gastado millones de euros apoyando a la autoproclamada líder de la oposición bielorrusa, Svetlana Tikhanovskaya, respaldada por Occidente, que aboga por un golpe de Estado en Minsk.
Recordó que el abuelo del ministro de Asuntos Exteriores lituano, el entonces miembro del Parlamento Europeo, Vytautas Landsbergis, fue visto durante los acontecimientos del Euromaidán de 2013 en Kiev, en los que se pedía una revuelta más amplia en Ucrania.

"Desafortunadamente, esta es la posición del Estado lituano. Mi opinión es que los traidores en nuestro Estado están dirigiendo Lituania de una manera que crea una amenaza para todos los residentes de Lituania", apuntó Vaitkus.

El político condenó los "dobles y triples estándares" del Gobierno lituano en su falta de voluntad para reconocer la voluntad del pueblo de Crimea de reintegrarse a Rusia, mientras se apresuraba a abrazar la autoproclamada independencia de Kosovo junto con Occidente.
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"La política debe tener valores morales. Y [el Gobierno lituano] demuestra que la duplicidad es su principal imperativo en política exterior", dijo Vaitkus.
El senador ruso Konstantin Dolgov, por su parte, cree que la agenda política de Vilna no es independiente, sino que está dictada desde Occidente.
"¿Qué se puede esperar de Lituania y Estonia? Estos son países que hace tiempo que perdieron su independencia y se han convertido en 'apéndices' de Washington y Bruselas", dijo Dolgov, argumentando que los ministros de Asuntos Exteriores de Islandia, Lituania y Estonia podrían ser enviados por sus patrocinadores occidentales para avivar los disturbios en Georgia.
El representante permanente adjunto de la Federación de Rusia ante la ONU, Dmitri Polianski, señaló que la presencia de los ministros de Asuntos Exteriores en las protestas georgianas recuerda la conducta de los políticos estadounidenses y europeos durante los disturbios de Euromaidán de 2013-2014 en Kiev.
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EEUU, presión y doble rasero sobre Georgia

Estados Unidos, la Unión Europea (UE) y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) han criticado el proyecto de ley sobre agentes extranjeros recientemente aprobado en Georgia, mientras que el subsecretario de Estado estadounidense, Jim O'Brien, anunció el 14 de mayo que los parlamentarios georgianos podrían ser objeto de sanciones por supuestamente "socavar la democracia".
Al atacar el proyecto que obliga a los medios de comunicación y a las ONG georgianas a registrarse como "perseguidores de los intereses de una potencia extranjera" si reciben más del 20% de su financiación del extranjero, los responsables políticos estadounidenses evitan mencionar que la legislación georgiana recuerda a la propia de Estados Unidos: Ley de Registro de Agentes Extranjeros (FARA).
Dicha ley exige que las personas que actúan en nombre de gobiernos, organizaciones o personas extranjeras en EEUU se registren en el Departamento de Justicia (DOJ) y revelen su relación, actividades, ingresos y desembolsos en apoyo de sus actividades.
Según la ley estadounidense, estos individuos se describen como "agentes extranjeros", mientras que la Unidad FARA de la Sección de Contrainteligencia y Control de Exportaciones (CES) es responsable de hacer cumplir la normativa.
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La feroz oposición de Washington al proyecto de ley georgiano bajo el pretexto de "protección de la democracia" y amenazas de sanciones es un intento de mantener a Tiflis en línea con la agenda colectiva de Occidente, asegura Tiberio Graziani, presidente del grupo de expertos Visión y Tendencias Globales, con sede en Roma.

"La llamada defensa de la democracia, tal como la promueve e implementa Occidente liderado por Estados Unidos, se encuadra en el contexto de la guerra híbrida, cognitiva y psicológica contra aquellos países considerados enemigos, por razones geopolíticas y geoestratégicas", observa.

"Cualquier [país] que intente operar y actuar en el contexto internacional para promover responsablemente la defensa de sus intereses nacionales es demonizado por Estados Unidos. Ejemplos de esta práctica incluyen, solo para dar algunos ejemplos, las llamadas revoluciones de color", continuó Graziani.
Se cree que Washington está detrás de una serie de "revoluciones de color" en países que pertenecían a la Unión Soviética, incluida la Revolución Rosa en Georgia en 2003, la Revolución Naranja en Ucrania en 2004, la Revolución de los Tulipanes en Kirguistán en 2005 y la fallida Revolución de los Jeans en Bielorrusia en 2006.
Según el experto, la amenaza y el uso de sanciones contra políticos extranjeros que persiguen la soberanía nacional constituye una forma de guerra híbrida estadounidense a largo plazo.
Ahora que el mundo se está volviendo multipolar, Estados Unidos está sintiendo la pérdida de su papel como hegemón y podría actuar irracionalmente con consecuencias dramáticas para el resto de la población mundial, advirtió Graziani.
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