"Vamos a seguir marchando hasta que nos escuchen": la frase de Ramiro Hernández, trabajador metalúrgico de 35 años, resume el mensaje del gremialismo. En medio de un caldeado clima económico montado sobre una drástica caída del salario real —y tras la aprobación en Diputados a la reforma laboral del Gobierno—, el 1 de Mayo no fue un día más en la agenda de los trabajadores.
El metalúrgico es apenas uno de los miles de obreros que coparon el centro de la Ciudad de Buenos Aires para protestar contra las medidas dispuestas por el oficialismo. Bajo el lema "La Patria no se vende", la Confederación General del Trabajo (CGT) convocó a una fuerte movilización que se inscribe en un extenso plan de lucha, que culminará el 9 de mayo en la segunda huelga general contra Javier Milei, en apenas cinco meses de Gobierno.
Ramiro trabaja en una fábrica desde hace 15 años. Si bien reconoce que sus ingresos transitaron un sendero descendente durante los últimos tres años, el último trimestre fue más complicado: "ahora tengo compañeros con miedo a perder su laburo por la recesión. Hay delegados que nos advirtieron sobre lo que puede venir".
El capítulo del poder adquisitivo no fue el único que sobrevoló durante toda la movilización: una de las banderas de lucha giró en torno a la reforma laboral contemplada en la Ley Ómnibus que obtuvo media sanción en la Cámara de Diputados durante el día anterior.
La iniciativa contempla la contratación de trabajadores de manera precaria (sin vacaciones ni aguinaldo, entre otros derechos laborales) para empresas de menos de cinco empleados; el aumento del período de prueba de tres a seis meses; y la derogación de indemnizaciones agravadas para trabajadores no registrados despedidos.
Los dirigentes sindicales remarcaron el perfil opositor de la movilización.
"No puede ser que se expulse a muchas compañeras y compañeros del trabajo, y que los ingresos se vean reducidos al empobrecimiento, ni que los jubilados estén mendigando. Queremos cambiar la política de este Gobierno y para eso tenemos que luchar, y para eso vamos al paro general", dijo a Sputnik Andrés Rodríguez, secretario general de la Unión de Personal Civil de la Nación, uno de los gremios de mayor peso en la Confederación General del Trabajo.
La convocatoria trascendió las barreras del sindicalismo y congregó también a referentes políticos opositores. Uno de los presentes fue Juan Manuel Abal Medina, exjefe de Gabinete (2011-2013) de la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015).
"El sindicalismo está muy bien. Fueron los primeros que salieron fuertemente contra este Gobierno (...). Está encabezando todas las luchas (...). Está en el lugar que tiene que ocupar, combatiendo y defendiendo sus derechos", destacó Abal Medina en diálogo con Sputnik.
El dirigente afirmó que "hoy salimos a las calles para intentar impedir que este Gobierno de derecha extrema (...) pueda avanzar sobre las conquistas laborales, como intenta hacerlo desde el primer día de su Gobierno".
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