El posicionamiento geopolítico de la Argentina de Javier Milei se profundiza a cada instante. Tras una creciente ola de rumores provenientes de la Cancillería, finalmente el ministro de Defensa, Luis Petri, confirmó en Bruselas que el país buscará convertirse en "socio global" de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Tras mantener un encuentro con Mircea Geoana, secretaria general adjunta del organismo, el funcionario argentino destacó que, de concretarse, la incorporación implicaría "recibir un entrenamiento óptimo para nuestras Fuerzas Armadas, acceso a equipamiento e información, apoyo en ciberdefensa y cooperación para un diálogo estratégico de alto nivel sobre los acontecimientos mundiales".
El anuncio —que llega apenas 48 horas después de que el país adquiriera 24 aviones de combate estadounidenses F-16—, no hace más que reforzar un rumbo diplomático que la administración Milei comenzó a trazar incluso antes de llegar al gobierno en diciembre de 2023, fecha en la que anunció que rechazaría la tan ansiada invitación para integrar los BRICS, tras meses de gestión de su predecesor, Alberto Fernández (2019-2023).
De concretarse la adhesión, Argentina se convertiría en el segundo socio regional de la alianza, detrás de Colombia. Tras las recientes incorporaciones de Suecia y Finlandia, el bloque pasó a contener a 32 países miembros, convirtiéndose en la alianza militar de mayor tamaño a nivel mundial.
¿Adiós a la neutralidad?
"Esto tendrá profundas consecuencias porque nada es gratuito en geopolítica", advirtió ante Sputnik Sebastián Schulz, sociólogo, analista internacional e investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet).
Según el especialista, la decisión del gobierno de Milei es inescindible del marco internacional en el cual se inscribe, crecientemente atravesado por el conflicto entre Israel e Irán. De acuerdo con Schulz, la medida impulsada "rompe con la neutralidad histórica que ha tenido el país, cuando lo más coherente probablemente hubiera sido mantenerse por fuera de las disputas y promover el diálogo".
"Argentina quedaría involucrada en medio de un contexto de conflicto a nivel mundial como el de Irán e Israel. Pasaría a formar parte del grupo de países que promueven la guerra y no la paz", remarcó el investigador.
Las dudas manifiestas son compartidas por Juan Venturino, analista internacional. De acuerdo al experto, el anuncio del ministro de Defensa "es apresurado, ya que no se entiende muy bien qué gana Argentina o de qué amenaza externa se estaría protegiendo el país. Sorprende un posicionamiento tan drástico en contra de la tradición nacional a nivel diplomático".
Venturino remarcó que "una alianza traería aparejada un paraguas defensivo, pero también obligaciones, como el giro de recursos materiales y humanos para la alianza. El discurso es muy rimbombante, pero, visto en detalle, supone un fuerte condicionamiento de la política exterior del país".
Un nuevo guiño a Washington
La ratificación del camino emprendido por el gobierno libertario, ni bien asumió, reviste un inherente peso simbólico que excede a la cuestión militar. El anuncio se produce inmediatamente después de que el ministro de Economía, Luis Caputo, volviera a reunirse con la subdirectora del Fondo Monetario Internacional (FMI) —donde Estados Unidos posee el poder de veto al contar con más del 15% de las cuotas— para cerrar un nuevo programa de financiamiento.
En ese sentido, el analista Schulz afirmó que "el gobierno busca sostener los apoyos desde las grandes bancas globales, y por eso envía un guiño que llega después del acuerdo con la Casa Blanca para el establecimiento de una base militar".
Es que la noticia de la solicitud de incorporación a la OTAN llega apenas una semana después de que el presidente Javier Milei se reunió con Laura Richardson, general del Comando Sur norteamericano, donde presentó la "nueva Doctrina de Política Exterior para la Argentina".
El costo del alineamiento
Si bien el guiño a la Casa Blanca supone un acercamiento al Fondo Monetario en un contexto signado por la necesidad de divisas, la propia decisión acarrea una contracara concreta: el alejamiento respecto a potencias económicas de creciente relevancia, tales como China, India o Rusia. Precisamente, Pekín es el segundo socio comercial del país, solo superado por Brasil. Ambos forman parte de los BRICS, el bloque al cual optó por renunciar Milei apenas llegó al poder.
Schulz puso en palabras la encerrona ante la cual se enfrenta el gobierno: "Los principales socios de Argentina están reunidos en los BRICS, pero son justamente aquellos frente a los cuales Milei decidió oponerse y descalificar a sus presidentes. El problema es que Estados Unidos por sí solo ya no cuenta con la capacidad de otro momento para impulsar inversiones beneficiosas para Argentina".
"El gobierno ha elegido enfriar la relación con China e incluso maltratar diplomáticamente al país con guiños a Taiwán, por ejemplo. Definitivamente, esto, sumado a la voluntad de incorporarse a la OTAN, va a lesionar las inversiones chinas; es imposible que esta decisión no afecte los lazos comerciales del país", advirtió el analista.
Consultado al respecto, Venturino consideró que el costo de la definición tendrá sus efectos en la economía real: "De haber consecuencias comerciales, como un alejamiento de aquellos socios, esto naturalmente va a tener un impacto directo. Incluso puede suceder que las empresas agroexportadoras perjudicadas terminen reclamando por la recomposición de las relaciones".
"El mayor interrogante es ¿para qué acercarse más a Estados Unidos a costa de alejarse de China en un contexto de creciente multilateralismo", planteó el investigador.
Sin embargo, el experto afirmó que más allá de la decisión de la actual administración, esto no supone una definición geopolítica de largo plazo. Según Venturino, la capacidad de revertir los efectos de la política desplegada "va a depender mucho de la capacidad diplomática de un hipotético siguiente gobierno para restablecer los lazos de confianza con el resto de los países emergentes. Sanar esas heridas va a requerir una gran iniciativa diplomática y gubernamental".
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