"Haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago"
Lo dijo Séneca en el año 56 después de Cristo sentado en el banquillo de los acusados en la Corte de Nerón. Una frase que se ajusta a la perfección a la actualidad de hipocresía que reina en Occidente, donde el Reino Unido es uno de sus grandes exponentes.
Así, el Servicio Nacional de Salud [NHS por sus siglas en inglés] es uno de varios organismos del sector público británico que se beneficiará de un contrato de suministro de gas de cuatro años por valor de 8.000 millones de libras esterlinas, acordado el año pasado entre Londres y TotalEnergies Gas and Power.
Dicha empresa es una filial del gigante francés de combustibles fósiles TotalEnergies que, tras dos años del inicio del conflicto en Ucrania, sigue siendo un destacado importador de gas natural licuado [GNL] ruso en Europa.
"La noticia es verídica, no es una 'fake news'", aclara el analista internacional Eduardo Luque sin poder evitar una involuntaria risa de desconcierto. "Aunque pudiera parecer una broma de mal gusto, no lo es. Porque cuando se habla tanto y se saca pecho de las sanciones y su impacto en la economía rusa, vemos cómo en realidad todos dependen del gas ruso y mienten absolutamente para engañar a su población, porque saben que no hay otra alternativa a la energía que proviene de Rusia", apunta Luque.