La falta de acuerdo para la votación de un nuevo presidente del Senado dejó en evidencia un quiebre en la confianza entre el oficialismo y la oposición de Chile, cuyo clima político parece tensarse a dos años del final de mandato de Gabriel Boric y en un 2024 que tendrá elecciones regionales y municipales, una suerte de testeo de cara a las presidenciales del año siguiente.
Durante su sesión del 19 de marzo, el Senado chileno eligió como su nuevo presidente a José García Ruminot, integrante del partido opositor Renovación Nacional (RN). Su designación, por 27 votos, fue interpretada como el quiebre de un pacto entre la oposición y el oficialismo que reservaba la titularidad de la Cámara Alta para 2024 para el senador Pedro Araya, del Partido Por la Democracia (PPD), integrante de la oficialista Alianza de Gobierno.
Según indica una crónica del diario La Tercera, tanto opositores como oficialistas se acusaron mutuamente de haber roto el acuerdo, que también incluía la incorporación de dos congresistas opositores a la Comisión de Hacienda, un espacio en el que, de acuerdo al medio chileno, el ministro de Hacienda, Mario Marcel, no quería perder pisada de cara al envío de proyectos de reforma tributaria y previsional.
El diferendo escaló hasta el propio Boric, que aprovechó una rueda de prensa para apuntar contra la actitud de la oposición: "Cuando se rompe la confianza, como lo hizo la derecha ayer en el Senado, las instituciones se debilitan".
En diálogo con Sputnik, el analista político Guillermo Holzmann apuntó que la tensión acabó resolviéndose por "confianzas personales", dado que García Ruminot es visto por propios y extraños como un legislador que "da garantías dentro del Senado cuando no se logran poner de acuerdo o no hay una facilidad de negociación entre el oficialismo y la oposición".
También consultado por Sputnik, el politólogo Marcelo Mella contextualizó el diferendo ocurrido en el Senado dentro de "un cambio de clima político" que atraviesa Chile con respecto a los años anteriores al estallido social de 2019, pasando de un sistema político "más receptivo" a acuerdos políticos hacia uno con posturas más conservadoras.
"El debate político dentro de las élites de los partidos tiene hoy claramente niveles de polarización mucho más altos. Si a eso se suma el decaimiento de los partidos históricos de centro, como la Democracia Cristiana que ha perdido muchos votos, lo que se obtiene es una polarización que deja a los partidos con poca posibilidad de encontrarse en posiciones constructivas y más preocupados por defender sus pisos electorales", argumentó.
Un sistema fragmentado
Mella ilustró su aseveración señalando que Chile tiene en la actualidad el mayor nivel de fragmentación política de su historia, con más de 22 partidos legalmente constituidos dentro del Congreso. Así, el legislativo presenta "niveles de división interna que hace muy compleja la negociación y la búsqueda de acuerdos mayoritarios".
Para el analista, el diferendo en el Senado puede interpretarse como "la ruptura del pacto de gobernabilidad entre los dos grandes sectores políticos: la centroderecha y la centroizquierda", incentivada por la cercanía de las elecciones de 2025 y los comicios regionales de octubre de 2024. En ese sentido, mencionó el caso del partido Demócratas, una formación minoritaria del centro político que, durante la votación de la presidencia del Senado, decidió acompañar la posición de los partidos de la centroderecha.
"Lo que hay es un cambio en la evaluación costo-beneficio del centro político", valoró el experto, señalando que formaciones como Demócratas tienen en este contexto tiene "mayores incentivos para traicionar el acuerdo inicial y sumarse potencialmente a una coalición de centroderecha potencialmente ganadora" en próximas elecciones.
Holzmann, en cambio, se mostró más cauto, atribuyendo la postura de Demócratas "más a la coyuntura" que a una consolidación de una alianza opositora más amplia hacia futuro. "No me atrevería a decir que se está adelantando una nueva alianza. Creo que todavía se está en un proceso de discusión de las ideas centrales sobre las que competir, tanto en las regionales como en las presidenciales del año que viene", analizó.
Para Mella, que Demócratas se pliegue a la coalición de centroderecha conocida como Chile Vamos podría reforzar una correlación de fuerzas favorable a la oposición que resulte "determinante" para la suerte del Gobierno de Boric, "no solo para su efectividad legislativa, sino eventualmente en el caso de enfrentar acusaciones constitucionales para algunos de sus ministros o incluso el presidente".
"Cuando en un régimen presidencial pierdes la mayoría, quedas expuesto a que la oposición pueda impulsar iniciativas que puedan terminar paralizando el Gobierno", advirtió el politólogo.
Holzmann coincidió en que "la gobernabilidad en Chile está siendo debilitada" y, sin capacidad de negociación en las cámaras, "la oposición le va a seguir haciendo la vida imposible al Gobierno en la medida en que no cambie sus propuestas".
El dilema de Boric
Holzmann diagnosticó que Boric se encuentra "en una posición de aislamiento frente a la oposición, pero también de su propia coalición", a la que caracterizó como signada por "disputas internas". "El entorno de Boric está muy preocupado por mantener el 30% del electorado, hablándole a ese 30% y tratando de mantener una suerte de equilibrio, pero es evidente que Boric no está conduciendo el país", apuntó.
Así las cosas, Mella consideró que el presidente Boric se encuentra actualmente frente a "un dilema muy grande" entre "defender los compromisos identitarios que lo llevaron al poder o ampliar sus apoyos hacia el centro político".
El analista apuntó que, sin mayorías en ninguna de las cámaras, el mandatario chileno debería "asumir que las condiciones no son las que él esperaba" y, en consecuencia, "orientarse hacia un Gobierno de recuperación nacional" centrado en "grandes problemas" del país que encuentren mayor sintonía en la opinión pública como el combate al crimen organizado, la recuperación económica o el déficit de vivienda en el país.
En ese sentido, remarcó que las grandes reformas previstas por Boric para este año, como la tributaria, la de seguros privados de salud y la previsional, podrán ser aprobadas tal como desea el Ejecutivo, que tendrá que hacer concesiones ante la centroderecha para asegurar la aprobación. Así, ejemplificó, la reforma tributaria acabará incluyendo beneficios al sector empresarial, la reforma de la salud seguramente tendrá que mantener las Isapres (Instituciones de Salud Previsional) y la reforma previsional no eliminará el ahorro individual.
"Creo que el Gobierno del presidente Boric todavía tiene la oportunidad de salir adelante, ya no como un gobierno refundacional, pero sí uno de recuperación del país en un contexto de crisis que ya se prolongó por más de dos años", evaluó Mella.
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