La crisis económica que afecta a los países de la UE golpea dolorosamente a los sectores más vulnerables. Uno de cada cuatro niños europeos se halla en riesgo de exclusión social, porcentaje que sube en el caso de España, donde técnicamente 2,3 millones de niños son pobres.
Esta cifra se incrementa de manera ostensible si se añaden los efectos de la crisis habitacional por la que atraviesa el país, donde el alza de precios del mercado inmobiliario, el repunte de las hipotecas y el sostenido encarecimiento de suministros básicos como electricidad y agua, conforman un factor sumatorio que precariza las condiciones de vida de las familias, especialmente las que tienen menores a su cargo.
En otras palabras, la inflación de los costos asociados a un bien básico como la vivienda incrementa en 9,7 puntos porcentuales los
índices de pobreza infantil en España, que, sumado este aspecto,
termina por alcanzar el 38,6%. Es decir, cabe agregar
otros 780.000 menores de edad a la masa infantil española en situación de pobreza y riesgo de exclusión social, 3,08 millones en total.
Tales son las conclusiones apuntadas por Unicef en un
informe donde denuncia que los niños no son tenidos en cuenta en las políticas y normativas que en teoría facilitan el acceso a una vivienda digna. El resultado de su investigación concluye que la vivienda es un factor que contribuye de forma importante al aumento de la pobreza infantil en España, ya de por sí de las más altas en la UE, y que se cifra en un 28,9%.
El alto costo de la vida impide a las familias con niños adquirir viviendas en propiedad y las empuja hacia el alquiler. "Los hogares con niños son el 33,5% del total de hogares en España, pero el 59% de los que están en alquiler. Si están por debajo del umbral de pobreza, la sobrerrepresentación se acentúa: los hogares con niños suponen el 72% de todos los hogares en pobreza que están en alquiler en España", se explica en el informe.
Esta situación de costos excesivos provoca que muchas familias con niños tengan que vivir hacinadas en pisos compartidos, en viviendas precarias o, directamente,
en infraviviendas y chabolas sin suministro energético asegurado. "Esto afecta su salud física y mental, su educación, su acceso al ocio y tiempo libre y sus relaciones intrafamiliares o con iguales, además de sus oportunidades de futuro", explican los técnicos de Unicef.
La inflación que arrastra España desde principios de 2022 ha provocado un alza de precios que muchos hogares a duras penas pueden afrontar. Suministros básicos como luz, agua, electricidad y teléfono representan ya el 32,5% del gasto de los hogares, cuando en 2006, por ejemplo, apenas llegaban al 25%. "Este peso es mucho mayor en el 20% de los hogares con menos ingresos, en los que el costo de la vivienda y sus suministros supone un 42% de su presupuesto", se subraya en el informe.
Algo más del 15% de los menores de 18 años reside en hogares con impagos o retrasos en los pagos de los gastos relacionados con la vivienda. El 16,7% de los hogares sufre de pobreza energética en invierno, cifra que se eleva al 26,9% en el caso de familias monoparentales. El porcentaje de menores de 16 años privados de un espacio para estudiar alcanza el 4,2% en el primer quintil de familias con menos ingresos, número que triplica las del resto de quintiles de población.
El Instituto Nacional de Estadística (INE) también da cuenta de muchas de estas cifras. En su última
Encuesta de Condiciones de Vida para 2023, el INE situó el umbral de pobreza en unos ingresos de
10.990 euros anuales, cota a la que no llega
el 26,5% de la población total del país.
"Pero claro que hay gente empobrecida, no solo la que vive en un cuchitril que encima cuesta al mes casi un sueldo. Lo ves en cuanto entras en el supermercado a hacer la compra.
El aceite de oliva ya no lo compra todo el mundo, hay muchos productos protegidos en cajitas con alarma, como las pastillas efervescentes para limpiar prótesis dentales y hasta las conservas, y hay cosas que ya solo las tienes con marca blanca" explica esta funcionaria municipal, que subraya que para ver la pobreza, "tienes que meterte en la casa de las personas".
En general, más de medio millón de niños españoles sufren "carencia material severa" en la vivienda. El resultado de residir en una vivienda en condiciones de hacinamiento, con humedad o sin luz suficiente, impacta en la salud física y mental de los niños, así como en su educación, recuerda Unicef. Enfermedades crónicas, depresión, deterioro en la socialización, bajo rendimiento académico o un 46% más de probabilidades de ser hospitalizados, son las consecuencias.
Ante esta situación, en la que la diferencia entre un hogar en situación de pobreza y otro que no lo está la puede marcar la presencia de menores de edad a cargo de los inquilinos, Unicef recomienda incorporar los derechos de la infancia a las políticas y planes de vivienda, para así garantizar que todos los niños habiten en hogares dignos.
En aras de mejorar esta coyuntura, esta organización propone desarrollar el concepto de "especial atención" a los niños y familias de la
Ley por el derecho a la vivienda para incluir a las familias con niños en los programas de ayuda, así como un aumento del parque de vivienda pública, ayudas a familias vulnerables para acceder a una casa, rehabilitar y acondicionar las que estén en malas condiciones, pagar suministros básicos o
prohibir los desahucios de hogares con menores y adolescentes vulnerables, entre otras medidas.