'Lo que yo diga'
Durante décadas, el Occidente colectivo se rasgó las vestiduras reivindicando todo tipo y color de libertades: las que ya había, las que hay, y las que vendrán. Pero ahora, que en el club de los Veintisiete empiezan a ver que el libre mercado ya no es un buen negocio, entonces empiezan a idear marcos regulatorios para cercenarlos.
En un contexto geopolítico de hostilidad entre potencias que va en aumento, Bruselas se ha planteado estrechar más el control sobre las inversiones extranjeras para evitar que empresas estratégicas caigan en manos no deseadas, principalmente chinas, pero también de países de Oriente Medio. Control de daños, que se le dice. De ahí que la Comisión plante un giro a la regulación actual para controlar que esto no suceda a través de filiales en Europa de inversores extranjeros.
El objetivo de extender el control a las inversiones indirectas y de plantear la homogeneización de las actuales normas nacionales busca "proteger la seguridad económica de la UE con un abanico de políticas y herramientas".
Al exdiplomático y profesor de la UNAM Héctor Lerín, esto le recuerda al feudalismo. "Porque parece que la Unión Europea se vuelve a amurallar. Vuelve a caer en este proteccionismo, que de por sí la Unión Europea como tal no deja de ser un regionalismo proteccionista con esta forma de cerrarse y de encerrarse. Y luego también, no deja de ser un elemento de hostilidad contra las inversiones extranjeras, que en mi opinión, con la crisis europea que está teniendo lugar en este momento, derivada de la guerra en Ucrania, y todo lo que han tenido que invertir en ese asunto, pues parece una locura", sentencia Lerín.
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