El lago Poopó se seca irremediablemente ante la mirada de cientos de familias del pueblo indígena Uru, quienes ancestralmente vivieron en armonía con este ecosistema.
Pero ya no hay peces para pescar y comercializar, ni aves para cazar, por lo cual muchos jóvenes se fueron a buscar su futuro a las ciudades. Quienes permanecen en las comunidades buscan nuevos métodos de supervivencia y aún no pierden la esperanza de que el agua regrese.
Sputnik visitó la comunidad Uru de Llapallapani, en el departamento de Oruro, donde 50 familias intentan adaptarse al nuevo panorama, marcado por el surgimiento de un desierto de blanco salitre donde antes estaba el lago, el segundo más grande del país, y su vida.
© Sputnik / Sebastián Ochoa
Las calles de Llapallapani son atravesadas por fuertes vientos de arena y polvo. La mayoría de sus casas son de adobe, medio caídas por la ausencia de ocupantes. En algunos patios reposan botes con la esperanza de alguna vez volver a navegar.
"Antes sacábamos pescados y los vendíamos. Con eso vivíamos los urus. Ahora que el lago se ha secado, cada uno se sustenta como puede. Muchos salen a otros lados a trabajar, por eso ya no hay hartos viviendo aquí", dijo a Sputnik Marta Bejarano.
"El lago era todo para nosotros. Ahora que no está más, ya no hay vida. Es una pena que el Poopó se haya secado, porque era pues una fuente de trabajo", se lamentó.
En sus tiempos de esplendor, a mediados de los años 90, el Poopó abarcaba 3.000 kilómetros cuadrados. Decenas de cooperativas de pescadores capturaban toneladas de peces, que comercializaban fundamentalmente en los centros mineros de la región andina.
El lago desapareció oficialmente en 2015, pero las lluvias copiosas de 2016 y 2017 permitieron recuperar un tercio de las aguas. Desde entonces, en cada año se seca, hasta que llegan las precipitaciones para que resurja la masa del liquido vital por pocos meses.
"Creo que ya no va a regresar, porque no está lloviendo. El año pasado y este año no ha llovido, no ha entrado ni un poco de agua. En una parte alejada decían que había pescaditos, pero se han muerto cuando se ha secado el agua", contó Bejarano.
Y exclamó: "¡Ojalá Dios quiera que regrese el lago y así podamos vivir felices como antes. Veremos qué pasa… Si hay lluvia este año puede regresar", se esperanzó.
En moto por el lecho del lago
Dionisio Choque es el corregidor —autoridad comunal— de Llapallapani. Invitó a Sputnik a realizar un recorrido con su moto por las amplias estepas salitrosas donde estaba la masa de agua.
"Cuando era niño el lago llegaba hasta por acá", comentó señalando un lugar donde el actual desierto blanco se hundía hasta el horizonte.
"Acá veníamos a cazar patos y otros animales. Era nuestro alimento", recordó. ¿Y aquí pescaban? "No, porque siempre fueron aguas muy saladas. Para pescar íbamos desde acá en bote hasta donde desembocaba el río Desaguadero", que unía al Poopó con el lago Titicaca.
Para el corregidor, Llapallapani podría sostenerse con las tierras que afloraron al secarse el lago. "Son propiedad del Estado, pero estamos haciendo las gestiones para que se titulen a nuestro favor", dijo Choque.
Y agregó: "Este suelo es salitroso, pero hay otros sectores donde la tierra es fértil. Ahí pensamos sembrar quinua".
El cambio climático que afecta a la región andina sería uno de los responsables de la evaporación del Poopó. También se debe tomar en cuenta que tanto el Titicaca como el Poopó y el salar de Uyuni son rastros del antiguo paleolago Tauca, que hasta 10.000 años atrás cubría partes de lo que hoy son La Paz, Oruro y Potosí.
Bajo este entendido, la desaparición del Poopó y la bajada de nivel del Titicaca representan la continuidad de la evaporación del Tauca, según explicaron a Sputnik especialistas en el tema.
Mujeres uru organizadas
Rufina Ríos, también comunaria de Llapallapani, conforma la Asociación Integral de Turismo y Gastronomía Uru Llapallapani, cuya presidenta es Bejarano.
Con el lago seco y sin recursos, las mujeres se unieron para poner en práctica los saberes ancestrales para realizar tejidos y otras artesanías. Para ello usan más que nada chillawa, un tipo de paja que crece en la zona, y lana de sus ovejas.
Luego de cinco años de trabajo, 50 mujeres de Llapallapani dan vida a esta nueva organización. "Como el lago se ha perdido, todas las mujeres nos hemos organizado para sostener a nuestras familias. Ahora estamos trabajando con tejido y arpillería. En eso estamos", dijo Ríos a Sputnik.
Sequía del lago Poopó
© Sputnik / Sebastián Ochoa
"Quisiéramos que nos ayuden en otros lados para comercializar nuestros productos que hacemos en este lugar", comentó Bejarano. Pero cuando llevan sus artesanías a la ciudad de Oruro —a tres horas de distancia—, no les permiten comercializarlas.
"Los guardias nos dicen que no podemos estar vendiendo y tenemos que levantar nuestros puestos. Necesitamos que se nos otorguen los permisos correspondientes para poder vender", reclamó.
No te pierdas las noticias más importantes
Suscríbete a nuestros canales de Telegram a través de estos enlaces.
Ya que la aplicación Sputnik está bloqueada en el extranjero, en este enlace puedes descargarla e instalarla en tu dispositivo móvil (¡solo para Android!).
También tenemos una cuenta en la red social rusa VK.