"La República Checa compró en 2020-2021 un total de unos 35 millones de dosis, de las cuales alrededor de un tercio, 12 millones de dosis por valor de 4.700 millones de coronas checas, ahora debían ser destruidas porque había expirado el período de su uso", declaró Ondrej Jakob, citado por el diario Seznam Zprávy.
El vocero aseguró que también "se transfirieron 3,5 millones de dosis a terceros países con un coste de 883 millones de coronas", o sea, unos 40 millones de dólares. En los tres años transcurridos desde el pico de propagación del COVID-19 en los países europeos, el interés de la población por la vacuna ha disminuido significativamente.
En la República Checa, del 1 de enero al 24 de septiembre de este año, se pusieron solo 40.600 dosis contra el coronavirus, cuando en el mismo periodo de 2022 se administraron alrededor de 2,5 millones.
Según el Ministerio de Sanidad, la eliminación forzosa de los inmunizantes contra el COVID-19 caducados no solo se produce en la República Checa. En particular, en Alemania se destruyeron alrededor de 83 millones de dosis en el último año y medio, así como en Bélgica se eliminaron 3,5 millones de dosis durante la primavera boreal. En Bulgaria, el Ministerio de Sanidad anunció su intención de eliminar 2,8 millones de dosis este año, mientras que en 2022 ya se habían destruido 2,3 millones de vacunas contra el coronavirus.