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El libro que puso en jaque a una de las familias más poderosas de Colombia

La periodista colombiana Laura Ardila habló con Sputnik sobre 'La Costa Nostra', su libro que habla de la familia Char y que estuvo a punto de no imprimirse por un tema de censura. A la fecha, ya se han vendido más de 10.000 ejemplares.
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Por estos días, la vida de la periodista Laura Ardila parece no tener pausa. La rutina, ahora frenética, la tuvo hace nada en Bucaramanga (nororiente del país) y en poco tiempo la llevará a recorrer Colombia desde la frontera con Venezuela (Cúcuta) hasta el otro extremo, muy cerca de Ecuador. En un par de meses irá a las ferias del libro de Medellín, Cali, Pereira, Santa Marta, no sin antes dar una charla en Manizales, el corazón del Eje Cafetero.
"He aprendido a hacer ejercicios de respiración y a manejar mi tiempo con calma. Sin embargo, esto es una vorágine de sucesos que de a poco voy afrontando", le dice a Sputnik la autora de La Costa Nostra, el libro que más ha sonado en Colombia en los últimos meses.
Se trata de la historia no autorizada de los Char, familia de origen sirio-libanés y el clan político más importante de la costa Caribe colombiana, grupo que domina los hilos de la región con tal destreza que cada una de sus generaciones ha trazado el destino social y económico de sus gentes por décadas.
No en vano son dueños de los almacenes Olímpica, uno de los conglomerados de supermercados más grandes del país; de la emisora Olímpica Estéreo; de empresas de construcción; de los Laboratorios Best, y del club de fútbol Junior de Barranquilla, por nombrar algunos de sus negocios.
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En otras palabras, los Char tienen influencia en todos los sectores productivos (alimentos, entretenimiento, construcción y medicamentos).
Sumado a eso, Fuad Char (1937), que podría ser el patrón de este clan, siempre ha tenido intereses políticos: fue gobernador de Atlántico (1984), ministro de Desarrollo Económico (1987), embajador de Colombia en Portugal (2008) y senador de la República (1990-2006; 2010-2014).
Sus hijos no le van en zaga. Alejandro aspira por tercera vez a la Alcaldía de Barranquilla —ya fue alcalde en 2007 y 2015—; mientras que el mayor, Arturo, fue presidente del Congreso entre 2020 y 2021 y ahora se encuentra entre la espada y la pared luego de que la Corte Suprema de Justicia le dictara medida de aseguramiento por presunta compra de votos y corrupción electoral en el norte del país.
Quizá por todo lo anterior fue que la editorial Planeta se negó publicar el libro aludiendo un riesgo enorme por una demanda en contra o, como se dice en los corredores del Congreso, por miedo a desatar la furia de la familia Char.
Y eso lo denunció Ardila en su columna del diario El Espectador, contando que, contrato en mano y con portada diseñada, la editorial dijo no a la publicación. Sin embargo, Rey Naranjo, editorial independiente, le abrió sus puertas y hoy La Costa Nostra está en las vitrinas de todas las librerías del país.
Sputnik habló con Ardila, que durante años se ha dedicado a investigar lo que hay detrás de la política del Caribe colombiano, sus entramados, su modo de funcionamiento, sus escándalos, su vida misma.
—¿No le preocupa que sea más llamativo para la audiencia el tema de la censura que el contenido del libro?
—Es un asunto paradójico. Y espero que no ocurra, aunque el riesgo es alto. Por fortuna me he dado cuenta de que ya con el libro circulando mucha gente está leyendo su contenido y que los lectores han ido más allá de la censura de Planeta. Es importante decir que esto no es un expediente judicial, algo que sería aburridísimo, sino un trabajo de investigación con una apuesta narrativa muy interesante.
—No debió ser sencillo irse de frente contra una de las familias más poderosas de Colombia. ¿Qué tan complicado fue acercarse al entorno de los Char?
—Desde 2015, que me radiqué en Barranquilla, estoy cubriendo a este clan político. Al comienzo fue relativamente fácil obtener información, pero a medida que fuimos evidenciando las movidas de los Char en La Silla Vacía ese acceso se cerró. Pude entrevistar a Arturo Char una vez, cuando [el expresidente] Juan Manuel Santos estaba promocionando el tema del plebiscito por la paz [2 de octubre de 2016], pero del resto el acceso ha sido negado para mi reportería.
—Los Char son muy queridos en Barranquilla. ¿Recibió amenazas cuando salió el libro?
—Hubo un aumento considerable de ataques en redes sociales por parte de las bodegas [grupo de personas que aumenta las interacciones en redes sociales para volver un tema tendencia]. Ha sido una violencia digital dura. Llevo muchos años investigando estos temas, entonces los ataques no me tomaron por sorpresa, pero eso no quiere decir que hayan sido bastante fuertes.
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¿Qué le ha dicho la gente de la costa Caribe sobre el libro, de su trabajo de investigación alrededor de los Char?
—Mira que estuve en un evento y al final una persona me increpó diciéndome que cuál era mi intención de hacer quedar mal a la gente de Barranquilla. Pero, ya en privado, se han acercado colegas, empresarios, incluso otros políticos del círculo de los Char a felicitarme por estar ahí, escudriñando por la verdad.
Quizá ser la voz de periodistas que por temor no pueden hablar…
—Hay colegas que me buscan y me dicen: "Mira, tengo este dato corroborado, pero no lo puedo sacar". Y eso solo demuestra el poder y la popularidad de los Char, pero también que hay actores que no están de acuerdo con la manera en la que esta familia maneja la política, los negocios, incluso el deporte de Barranquilla.
¿Qué se quedó por fuera de este libro?
—Muchas cosas fuertes que no logré comprobar de lleno. También me hubiera gustado explorar la parte más humana de los Char, desde don Fuad, que es la cabeza visible, y de sus hijos Alejandro, Arturo y Antonio. Hay datos bastante jugosos, que fueron complicados de corroborar y entonces no era responsable incluirlos.
¿Cómo fue el proceso de edición del libro desde el punto de vista legal?
—A medida que iba escribiendo cada capítulo, Juanita León, que fue mi editora en La Silla Vacía, lo revisaba. Ya con el manuscrito listo, se lo pasé a Ana Bejarano para que su fundación El Veinte hiciera la edición legal y seguido vino la corrección de estilo con Planeta. Cuando ellos me dicen que no me van a publicar, Rey Naranjo lo toma, hace unos comentarios, pero ya el manuscrito venía tan fortalecido y era tan sólido que por eso salió al aire en tiempo récord.
¿Cuántos tirajes van?
—Ya se agotaron los primeros 10.000 ejemplares y vamos por el segundo. No sé mucho del tema editorial, pero lo que me dicen es que eso es un montón, sobre todo en un país como el nuestro. Me gustaría, si llega a haber otra edición, poder agregar un árbol genealógico para que el lector conozca mejor cómo está conformada esta familia.
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