"Nos preocupa el despliegue de armamento y sistemas de armas que cuestionan la proporcionalidad de los militares durante la operación [israelí]", dijo el diplomático a la prensa durante una visita al campamento de refugiados de Yenín.
Las Fuerzas Armadas de Israel irrumpieron en el campo de refugiados de esta ciudad palestina los pasados 3 y 4 de julio, en lo que, según agencias de las Naciones Unidas, ha sido la peor violencia en la zona desde hace décadas.
De acuerdo con un informe del Ministerio palestino de Salud, 12 palestinos y un soldado israelí perdieron la vida, otras 140 personas resultaron heridas y unas 3.000 tuvieron que abandonar el campamento durante la incursión, en la que las tropas israelíes emplearon fuego aéreo.
"El asalto militar a Yenín fue doloroso. Lo ocurrido es una violación del derecho internacional", afirmó von Burgsdorff, según un reporte de la cadena Al-Jazeera.
"Este ciclo de violencia tiene que terminar, no puede continuar. Si no hay una solución política al conflicto, vamos a estar aquí dentro de una semana, dentro de un mes, dentro de un año, sin que nada haya cambiado.", agregó el representante europeo.
Representantes de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA, por sus siglas en inglés) recorrieron el 8 de julio las zonas más afectadas por la operación militar de Tel Aviv en Yenín.
En su último reporte del pasado 6 de julio, la agencia de la ONU dijo que las redes de agua y electricidad resultaron severamente dañadas en el campamento de refugiados que tiene una población de poco más de 22.000 habitantes.
"La ausencia de agua y electricidad en el campamento puede tener efectos perjudiciales para el bienestar y la seguridad de los niños. Puede afectar a su acceso a agua potable limpia, instalaciones de saneamiento y prácticas de higiene adecuadas, aumentando el riesgo de enfermedades transmitidas por el agua y otros problemas de salud", dijo la URWA en su último informe.
De acuerdo con la agencia, la mayoría de sus instalaciones estaban sin electricidad ni agua el 5 de julio, y se encontró que ocho kilómetros de la línea de agua en el campamento y de dos a tres kilómetros de la línea de alcantarillado estaban dañados.
También existe un grave riesgo en relación con los artefactos explosivos que no estallaron durante el asalto de la semana pasada, según el organismo.
El equipo de la Unidad de Intervención en Crisis de UNRWA identificó que al menos 350 familias que permanecían en el campamento sufrieron un impacto negativo debido a la operación militar.
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