Con el objetivo de contener la caída de precios del maíz generada en el marco de una sobreproducción del grano, la estatal Compañía Nacional de Abastecimiento (Conab) comenzará a comprar la producción a agricultores rurales. Esta iniciativa de Brasilia apunta a establecer precios mínimos del cereal y pretende estimular la actividad agrícola.
De esta manera, la administración de Luiz Inacio Lula da Silva retoma una política que permaneció suspendida durante seis años y busca dar solución a productores rurales, agricultores familiares y cooperativas agrícolas en un contexto donde el precio del maíz en el mercado es inferior al mínimo fijado para la actual cosecha.
"El Gobierno decidió reanudar la política del abastecimiento porque los precios del maíz en algunos sitios del país estaban debajo de los precios mínimos", explicó a Sputnik la economista Cadó.
Esto se debe, según informó Brasilia, no solo a una producción récord de maíz, sino a una "apreciación del real frente al dólar", entre otros factores. La tendencia bajista continuaría en el segundo semestre de 2023, ya que también se espera una fuerte oferta del maíz en el mercado mundial.
20 de junio 2023, 15:11 GMT
Para la experta, "esta situación no es buena, porque no estimula la producción". A su vez, las condiciones económicas de los agricultores se ven afectadas, así como los productos de Brasil en el mercado internacional.
Pese a que el gigante sudamericano registra una desaceleración inflacionaria, Cadó remarcó que el grupo de alimentos y bebidas tiene un gran peso en el índice. "Gran parte de la inflación, es por la alimentación", apuntó la brasileña, que sostuvo que con esta medida del Gobierno se pueden "estabilizar los precios del mercado interno" y, de esta manera, ayudar a los más desfavorecidos.
Brasil comprará más de 8 millones de sacos de cereal —de 60 kilos cada uno— a productores que cumplan con ciertos estándares de calidad. La operación requerirá de unos 350 millones de reales (más de 73 millones de dólares).
Según informó Brasilia, el límite de venta varía de acuerdo al estado. En Mato Grosso cada productor puede vender a la Conab hasta 30.000 sacos, mientras que en Mato Grosso do Sul o Goiás el límite está fijado en 10.000 sacos. Otras entidades, en tanto, habilitaron compras más limitadas, en el entorno de los 3.300 sacos de maíz.
De esta manera, "los productores tienen un margen para tener el estímulo de la plantación, porque tienen los precios garantizados por el Gobierno brasileño", apuntó Cadó.
Si bien la medida está motivada por el escaso valor que cobró la planta en el mercado, para la analista económica es "necesario" que Brasil tenga un control sobre los alimentos, dado que puede también influir en casos donde se produzca un aumento abusivo de los precios. "Es una forma de protección y combate a la pobreza, porque las personas pueden asegurarse los alimentos", destacó.
Cadó recordó que en 2021 los sacos de arroz, un alimento de la canasta básica brasileña, costaban tres veces más, algo que impactó en los sectores más pobres. Por eso, la especialista consideró que la iniciativa gubernamental para regular los precios del maíz podría a futuro replicarse en otros alimentos, como arroz o frijoles.
Un mecanismo contra "la especulación permanente"
En diálogo con Sputnik, el economista paraguayo Víctor Benítez coincidió en que "será positiva" la implementación de este mecanismo. Para el experto, este tipo de intervenciones "que combinan una especie de fondo de estabilización de precios para consumidores de alimentos y al mismo tiempo garantizan precios mínimos a proveedores de alimentos esenciales" tiene un efecto real en los precios.
Desde su óptica, el Gobierno brasileño intenta "mitigar un sistema perverso" en el que "hay especulación permanente".
"La vuelta del modelo de estabilizar precios para el que necesita comer y asegurar precios mínimos al que produce alimentos es una señal de que Brasil vuelve a priorizar el hambre cero como estrategia nacional", valoró el especialista paraguayo.
Durante la Administración de Jair Bolsonaro (2019-2023) se duplicó el número de personas que pasan hambre en Brasil, superando los 33 millones de personas. Además, de acuerdo a un estudio de la Red Brasileña de Pesquisa en Soberanía y Seguridad Alimentaria y Nutricional (Red Penssan), alrededor de 120 millones de brasileños padecen alguna inseguridad alimentaria.
"Hace más de una década se anunció que ya no había hambre en Brasil. Con Bolsonaro volvió y ahora se debe volver a hacer lo que ya se hizo hace tiempo, rescatar lo que ya se tenía", sostuvo Benítez.
La administración de Lula Da Silva tiene como objetivo revertir la situación y quitar a Brasil del Mapa del Hambre de las Naciones Unidas. El gigante sudamericano había logrado salir de la lista en 2014, aunque volvió a ingresar años más tarde.
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