La gira del exlíder taiwanés, que no incluye por el momento ningún encuentro con altos cargos chinos, durará 12 días, por lo que culminará el 7 de abril.
Tras arribar a Shangái, el exmandatario se dirigió a ciudad de Nankín, donde emitió un discurso ante el mausoleo del primer presidente de la República de China, Sun Yat-sen.
"Todos somos chinos", dijo Ma Ying-jeou, quien durante su mandato trabajó para acercar posiciones entre Taiwán y China.
"Los habitantes de ambos lados del estrecho de Taiwán son chinos y descendientes de los emperadores Yan y Huang", añadió el exlíder taiwanés, quien antes de partir de la isla había dicho que su misión con el viaje era "mejorar el actual ambiente" entre los dos territorios.
En ese sentido, Ma, quien es un miembro activo del histórico partido taiwanés Kuomintang, actualmente en la oposición, dijo que ambas partes deben trabajar juntas para "buscar la paz, evitar la guerra y esforzarse por revitalizar China", una tarea que calificó de "responsabilidad ineludible del pueblo chino en ambos lados del estrecho", según consignó la agencia Reuters.
El viaje de Ma, conformado por una comitiva de familiares y una delegación de estudiantes de intercambio y académicos, continuará con paradas en las ciudades de Wuhan y Changsha.
Los alumnos de intercambio tendrán reuniones con sus colegas de la Universidad de Fudan, en Shanghái, y la Universidad de Hunan, en Changsha.
Una particularidad de la entrevista es que ambos evitaron utilizar la expresión "presidente" y emplearon las expresiones "señor y líder", para evitar controversias.
En los últimos meses, Estados Unidos ha aumentado su presión sobre Taiwán, territorio que considera clave para sus intereses geopolíticos en la zona, y varios políticos de alto perfil han visitado la isla, incluyendo la entonces dirigente de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi, en agosto del 2022, y más recientemente una delegación de congresistas de Estados Unidos.
En los últimos días, Honduras se convirtió en el más reciente país en romper relaciones diplomáticas con Taiwán y reconocer que únicamente existe una sola China, un revés para Washington y la agresiva política anti-China que ha reforzado en los últimos años.
Tras el abandono de Tegucigalpa de la escena divisionista, solamente 12 países y el Vaticano reconocen a Taiwán como país independiente, casi 10 menos que los que lo hacían hace apenas cinco años.
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