La OTAN utilizó municiones de uranio empobrecido en diversas operaciones militares, como la guerra del golfo Pérsico en 1990 y 1991, el bombardeo de posiciones serbobosnias durante la guerra de Bosnia en 1995 y los ataques aéreos contra Yugoslavia en 1999. La munición de 30 mm para un cañón de aire GAU-8 Avenger fue la más utilizada, en segundo lugar los proyectiles de 25 mm para la ametralladora M242.
En la foto: un proyectil de 30 mm de uranio empobrecido encontrado tras los bombardeos de la OTAN contra posiciones serbobosnias en 1995.
No existe consenso sobre las consecuencias del uso de municiones de uranio empobrecido. Dado que se trata de un tipo de arma relativamente nuevo, la ONU aún no ha adoptado documentos que restrinjan su uso.
En la foto: fuerzas de paz portuguesas e italianas miden los niveles de radiación en un tanque yugoslavo alcanzado por la OTAN en Kosovo.
Al mismo tiempo, la convención sobre la protección física de los materiales nucleares de 1980 clasifica el uranio empobrecido como material nuclear de categoría II, al que se aplican normas específicas de almacenamiento y transporte.
En la foto: militares estadounidenses con proyectiles de 25 mm de uranio empobrecido.
Los expertos están seguros de que, a pesar de su baja radiactividad, el uso de municiones de uranio empobrecido provoca contaminación local y enfermedades hereditarias.
En la foto, un militar yugoslavo mide los niveles de radiación en el pueblo de Reljan, Serbia, bombardeado por la OTAN.
Hay sólidas bases para esta convicción: en Yugoslavia e Irak se ha producido un aumento dramático del cáncer, así como de enfermedades hereditarias y deformidades en los recién nacidos, luego de los bombardeos de la OTAN.
En la foto: una niña iraquí de 4 años con un tumor ocular congénito, nacida después de la guerra del Golfo, durante la cual los estadounidenses lanzaron más de 300 toneladas de bombas de uranio empobrecido sobre Irak.
Tanque iraquí alcanzado por un proyectil de uranio empobrecido durante la guerra del Golfo.
Un niño de 8 años, nacido después de la guerra del Golfo, sometido a quimioterapia contra el cáncer, con su madre en el Hospital Infantil de Basora, Irak.
En 1999, las fuerzas de la OTAN lanzaron unos 30.000 proyectiles y bombas de uranio empobrecido sobre el territorio de Yugoslavia, con un peso total de 15 toneladas. Desde entonces, se ha producido un aumento espectacular del cáncer, así como abortos espontáneos, mortinatos y muertes infantiles entre la población local.
En la foto: examen de un paciente en el Instituto de Medicina Nuclear de Zagreb, Croacia.
Tras la guerra, Serbia ocupaba el primer lugar de Europa en número de casos de cáncer. En los 10 primeros años tras el bombardeo, unas 30.000 personas contrajeron cáncer, de las que murieron entre 10.000 y 18.000.
En la foto: un soldado del Ejército serbobosnio mide los niveles de radiación en una fábrica militar de Bratunac, Bosnia y Herzegovina.
En Yugoslavia, el uranio empobrecido también ha afectado a los propios soldados de la OTAN.
En la foto: un oficial de la policía militar rumana que sirvió en Bosnia durante la guerra de Yugoslavia es examinado en un hospital militar de Bucarest, Rumanía.
Los proyectiles con núcleo de uranio empobrecido son capaces de penetrar los blindajes más gruesos. Además, son mucho más baratos que los proyectiles similares con núcleo de tungsteno que utiliza el Ejército ruso.
En la foto: un albanokosovar delante de un tanque yugoslavo alcanzado por un proyectil de uranio empobrecido de la OTAN en Klina, Kosovo.
Utilización de proyectiles de 30 mm de uranio empobrecido en una fábrica antigua militar de Sarajevo, Bosnia y Herzegovina.