El 20 de marzo de 2003, las tropas de una coalición internacional encabezada por EEUU empezaron a bombardear ciudades de Irak bajo el pretexto de la lucha contra el terrorismo y la búsqueda de armas de exterminio en masa. Como resultado, fue depuesto y ejecutado el presidente del país, Sadam Husein, pero no se encontraron rastros de estas armas.
"La incursión estadounidense en Irak no fue legítima en lo absoluto (...), estaba relacionada con la estrategia y la política exterior de EEUU, de mantener sus intereses en Oriente Medio y de proteger a su aliado, Israel", declaró Ismail, recordando que Washington no había recibido ninguna aprobación por parte del Consejo de Seguridad de la ONU.
De acuerdo con el excanciller de Sudán, bajo Sadam Huseín Irak logró aumentar su potencial militar, mientras que la política estadounidense para esa región consiste en que Israel debe superar las fuerzas de quienes pueden ofrecerle resistencia en la región. Como resultado de la invasión fueron saqueados los recursos de Irak, se derramó sangre y millones de iraquíes llegaron como refugiados a los estados limítrofes.
20 de marzo 2023, 10:02 GMT
"La invasión de Irak permitió a los grupos extremistas como Daesh (proscrito en Rusia y otros países) establecer por un tiempo su control sobre vastas regiones de Irak, destruyendo allí ciudades y monumentos", señaló Ismail.
Las consecuencias de las operaciones de combate se sienten todavía en las esferas económica y social de Irak y en la situación en materia de seguridad de ese país, agregó el diplomático.
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