El artículo fue presentado como el primero de una serie de notas sobre "los desafíos que enfrentan las Fuerzas Armadas estadounidenses al ingresar a una nueva era internacional".
Su autor, Michael R. Gordon, afirma que luego de cinco años de iniciar una nueva era de competencia con las grandes potencias de China y Rusia, y luego del intervencionismo en el Medio Oriente y Asia Central de las últimas décadas, Estados Unidos "todavía no está listo" y enfrenta "grandes obstáculos en el camino" para producir armas y encontrar nuevas formas de enfrentar a estos adversarios.
"A pesar de un presupuesto de defensa anual que ha aumentado a más de 800.000 millones de dólares, el cambio se ha retrasado por la preocupación por las guerras en Irak y Afganistán, la búsqueda de armas caras que no dieron resultado, los debates internos del gobierno de EEUU sobre los presupuestos y desacuerdos sobre la urgencia de la amenaza de Pekín", asevera Gordon.
No solo eso. El autor también enumera otro factores para explicar la debilidad actual de Estados Unidos, como la dificultad de reclutar a soldados tras los fracasos en Irak y Afganistán y que el plan para posicionar más fuerzas dentro del rango de ataque de China no haya sido aún puesto en marcha. La escasez de armas y la modernización de arsenales por parte de China y Rusia también son mencionadas como causantes del retroceso militar estadounidense.
"La consolidación corporativa en toda la industria de defensa estadounidense ha dejado al Pentágono con menos fabricantes de armas. Los astilleros luchan por producir los submarinos que la Marina dice que necesita para contrarrestar la enorme flota naval de China, y los diseñadores de armas se apresuran a ponerse al día con China y Rusia en el desarrollo de misiles hipersónicos ultrarrápidos", precisa Gordon.
Además, el editorialista sentencia que las "preocupaciones continuas" de Estados Unidos en el Medio Oriente, especialmente con respecto a Irán, y el conflicto entre Rusia e Ucrania han absorbido la atención y los recursos de Estados Unidos.
De la hegemonía unipolar a la decadencia actual
Para Gordon y sus fuentes del establishment militar el declive del poder militar de EEUU, si bien extraordinario, puede explicarse fácilmente. Según la teoría desplegada en el artículo, Estados Unidos parecía invencible hace 30 años, tras la caída de la Unión Soviética y el éxito de la campaña Tormenta del Desierto para "liberar" a Kuwait.
El enfrentamiento con el líder iraquí Sadam Huseín a comienzos de la década de 1990, dice el autor, demostró la capacidad de Washington para librar un nuevo tipo de guerra, utilizando municiones guiadas con precisión y tecnología sigilosa. El entonces presidente George H. W. Bush llegó incluso a declarar un "nuevo orden mundial" con Estados Unidos como ancla.
Sin embargo, ese triunfalismo no duraría mucho. Según el analista del WSJ, mientras los estrategas del Pentágono analizaban cómo desarrollar nuevas tecnologías para estar a la altura de una China cada vez más poderosa y avanzada, ocurrieron los atentados del 11 de septiembre, y el foco pasó a ser la llamada guerra contra el terror lanzada por el entonces presidente George W. Bush.
"Con las guerras agotadoras en el Medio Oriente costando 60.000 millones a 70.000 millones al año (...) simplemente no teníamos los recursos necesarios para cubrir todas las amenazas más avanzadas, como la hipersónica", dice a Gordon el exsubsecretario de Defensa Robert Work. "Por lo tanto, las respuestas de Estados Unidos a los desafíos técnicos de China y Rusia se retrasaron".
Mientras se prolongaban las ocupaciones en Irak y Afganistán, explica el autor, EEUU perdió años fundamentales para prepararse y modernizarse. "A medida que se prolongaban las guerras de Estados Unidos en Irak y Afganistán, el oficial de más alto rango de la Fuerza Aérea estadounidense en Japón advirtió que las defensas aéreas de China se estaban volviendo impenetrables", según relata Gordon, por lo que el deterioro estadounidense ya parecía irreversible.
Tensiones por Taiwán
El artículo también da cuenta, como si no fuera obvio por el desfile por la zona de funcionarios norteamericanos de alto rango en los últimos meses, del interés estratégico cada vez mayor de Estados Unidos por la isla de Taiwán, motivado principalmente por la necesidad de frenar el desarrollo económico de China y la expansión de su área de influencia geopolítica.
"Una China en control del Mar de China Meridional y Taiwán dominaría las aguas a través de las cuales pasan billones de dólares en comercio cada año. También controlaría el suministro de semiconductores avanzados (...) y desafiaría la preeminencia estadounidense en una parte del mundo que ha dominado desde la Segunda Guerra Mundial", resume Gordon, haciéndose eco del pensamiento militar en Washington.
En sus esfuerzos por enfrentar este nuevo escenario, el Pentágono ha ampliado su acceso a las bases en Filipinas y Japón, a la vez que ha reducido la presencia militar estadounidense en Medio Oriente. También ha destinado una mayor partida de fondos —140 mil millones de dólares, una cifra jamás alcanzada— para la investigación y desarrollo de armas.
Sin embargo, el escepticismo sobre la capacidad de Estados Unidos de poder revertir esta situación es evidente hasta en los propios altos mandos, a los que el WSJ les da voz en su artículo.
"Este es un problema enorme del que hay que salir", dice el teniente general Eric Wesley, retirado del Ejército y quien se desempeñó como subcomandante general del Comando de Futuros del Ejército (AFC, por sus siglas en inglés).
"Estamos en un período vulnerable en el que buscamos esta capacidad de disuasión y el tiempo se está acabando".
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