En Washington, la principal batalla política en este momento gira en torno al debate sobre el techo de deuda pública que, cifrada en 31,4 billones de dólares, fue rebasada el mes pasado.
"Estados Unidos
continúa acumulando una deuda sustancial a un ritmo alarmante. Su exceso de confianza en el crecimiento y la escasez de planificación sostenible han dejado en claro que el riesgo de incumplimiento no abandonará la economía a corto plazo", señala
un artículo publicado en
Al Mayadeen.
"Esto se refleja en la probabilidad de que EEUU, según la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO), agote su capacidad para pagar todas sus facturas más adelante en el año. En medio de una situación tan caótica, el presidente Joe Biden quiere que decenas de países del mundo en vías de desarrollo sigan siguiendo los consejos de Estados Unidos sobre cómo administrar sus niveles de deuda, cuando la ignorancia máxima es ampliamente evidente en casa".
De acuerdo al autor del análisis, Hannan Hussain, la evidente mala praxis económica de Estados Unidos debería funcionar como una advertencia para el resto de los países del mundo cuando intenten ser presionados por la Casa Blanca para aceptar dinero de sus organismos y endeudarse con la promesa de que esa deuda traerá aparejado crecimiento.
Según Hussain, la estrategia de coerción económica que aplica Estados Unidos no es solo mala porque esconde la intención de cooptar los recursos de los países y pisar la soberanía de estos para tomar decisiones en su interés propio, sino que es en sí mismo un modelo ruinoso para los países.
"Los países en desarrollo exigen respuestas, sobre todo ahora que la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, se empeña en echar toda la culpa de la acumulación de deuda a Estados autodenominados rivales, como China. En realidad, es el gobierno de Biden el que está ignorando las sombrías estimaciones de la propia Oficina Presupuestaria del Congreso, que no es partidista. Estados Unidos necesitaría algo más que 'medidas extraordinarias' para evitar el impago y dar ejemplo al mundo", reitera.
La nota también recuerda que Estados Unidos se ha negado a lo largo de décadas a que decenas de países endeudados con organismos financieros multilaterales que la Casa Blanca controla renegocien sus deudas o se adhieran a la Iniciativa de Suspensión del Servicio de la Deuda, pese a que ellos mismos persiguen una estrategia que favorece el endeudamiento en lugar de la disciplina fiscal.
Por eso, postula el autor, a menos que Estados Unidos logre resolver su crisis de una vez por todas, seguirá sin estar calificado para hablar sobre medidas de sostenibilidad de la deuda en el mundo en desarrollo.