El decreto del presidente Alberto Fernández que frenó la incorporación de beneficiarios al programa social más numeroso del país desató una ola de protestas de las organizaciones sociales contra la medida. Ante una inflación que roza el 90% interanual, los destinatarios reclaman por un aumento en los ingresos.
Potenciar Trabajo ofrece un monto económico a cambio de una contraprestación de tareas comunitarias o productivas, que contempla áreas de reciclado, agricultura y construcción, entre otras. Lanzado en 2020, el plan brinda un ingreso equivalente a la mitad del salario mínimo, comprometiendo al beneficiario a desarrollar labores específicas durante cuatro horas diarias.
El desafío desde adentro
María, cofundadora del merendero Sueño Cumplido en el barrio Las Lilas de Almirante Brown, en Buenos Aires
© Sputnik / Juan Lehmann
María tiene 47 años y hace 11 que vive en el barrio Las Lilas, en la localidad bonaerense de Almirante Brown, al sur de la Ciudad de Buenos Aires. Es cofundadora del merendero Sueño Cumplido, que todas las tardes ofrece alimento a más de 100 niños. La referente no esconde su preocupación en torno al monto que recibe por la tarea: "Son 27.300 pesos [160 dólares], que no alcanzan para nada. Tengo un hijo de 14 años y no llego a fin de mes", dice ante Sputnik.
El reclamo de María se ve agravado por las adversidades que a diario enfrenta para mantener el comedor: "Nuestro trabajo es comunitario. De hecho, a veces para hacer la comida tenemos que poner la plata de nuestro bolsillo", remarca. "Hay compañeros que ni siquiera cobran el plan: trabajan voluntariamente, de manera totalmente gratuita", agrega.
El reclamo de la beneficiaria del programa se inscribe en un escenario signado por la crisis económica: si bien el Gobierno anunció un nuevo incremento del sueldo mínimo —del cual depende el monto del plan—, los haberes continúan por debajo de la línea de pobreza. Si esto ocurre dentro del empleo registrado, María da fe de que en la informalidad la situación es aún más angustiante: "Mi pareja trabaja 8 horas diarias en una verdulería y cobra 6.000 pesos por semana [35 dólares], que no es nada. Encima, todo es completamente informal".
El arduo camino hacia la formalidad
Pese al bajo nivel de los ingresos de los asalariados, la referente barrial considera que el empleo genuino es la mejor alternativa. "Lo que tendría que hacer el Gobierno, en lugar de seguir con los programas sociales, es generar trabajo: yo preferiría un puesto formal, toda la vida", señala.
La titular del merendero no ve a los planes como una solución: "Sería bueno que el Gobierno abriera fábricas y diera trabajo genuino a cambio de salarios dignos, para tener la tranquilidad de llegar a fin de mes, cosa que hoy no tengo", agrega.
Aunque el objetivo del Potenciar Trabajo es que los beneficiarios ingresen al mercado laboral registrado, según un informe del Ministerio de Desarrollo Social del 2021, de los 1.271.215 destinatarios activos del programa, solo 15.583 consiguieron un trabajo formal: apenas un 1,2% del total.
Las dificultades para la conversión de los planes en empleo genuino tienen como contrapartida el incremento de beneficiarios del programa. En los tres años de Gobierno de Alberto Fernández se duplicaron los destinatarios del Potenciar Trabajo.
Sin embargo, el dato no es excluyente de la actual gestión del Frente de Todos (de orientación progresista): según consignó un informe de la organización Fundar, durante la presidencia de Mauricio Macri (2015-2019) la cuantía de beneficiarios de planes de cooperativas se multiplicó por 2,5.
Combatir el prejuicio
Además del decreto para frenar las inscripciones al programa —debido a las metas fiscales comprometidas en el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI)— el Gobierno argentino anunció que llevaría a cabo una auditoría del Potenciar Trabajo, argumentando la detección de inconsistencias en cientos de beneficiarios, principalmente, la compra de dólares para ahorro, lo cual está prohibido en los requisitos.
"Quieren dar de baja planes sociales porque dicen que compramos dólares: ninguno de mis compañeros tiene la posibilidad de comprar dólares. Nos manejamos a pulmón, nadie nos da nada", protesta María.
Si bien la ministra de Desarrollo Social, Victoria Tolosa Paz, aclaró que se trata de 2.243 casos —apenas el 0,3% del total de destinatarios del plan—, la titular del merendero Sueño Cumplido ve en la medida anunciada un intento de estigmatización: "Es como si fuera en contra de los más vulnerables", sostiene.
Para la referente, la visión despectiva sobre los beneficiarios de planes sociales está difundida a lo largo de la opinión pública: "Existe el que nos tilda de planeros, pero porque todos los días tiene abrigo y un plato de comida sobre la mesa, mientras hay gente que no", afirma.
Sin embargo, María considera que esta posición no es la imperante en la sociedad: "Creo que la mayoría nos apoya porque ve a la gente que se acerca para comer. Están las dos visiones en la sociedad", advierte.
La crisis desde abajo
La frágil situación económica repercute con más fuerza en los barrios populares. "Atendemos a 100 chicos por día, aproximadamente. A medida que fue bajando la cantidad de trabajo circulando, fueron sumándose más vecinos que necesitaban comer acá", sostiene la referente.
Si bien Argentina sufre históricamente el problema de pobreza estructural, los comedores pueden funcionar como un termómetro de la crisis. En este sentido, María identifica que la realidad del barrio se agravó profundamente en los últimos años: "Aumentó muchísimo la cantidad de asistentes al merendero: creo que se triplicó entre el Gobierno anterior y el actual. Cada vez hay más gente que no tiene para comer", afirma.
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