"La cuestión kurda es un obstáculo importante. Los activistas kurdos llevan mucho tiempo escondidos en Finlandia y Suecia. Es un tema muy doloroso para Turquía. Ankara considera que las organizaciones kurdas son una amenaza para la estabilidad interna", explicó.
"Presionar a Turquía es difícil. Las presiones de EEUU y las amenazas de sanciones sobre otras cuestiones no tienen ningún efecto sobre la política turca. Algún tipo de compromiso mutuamente aceptable, un acuerdo rentable en el que Turquía pudiera estar interesada, podría ser más eficaz. Por ejemplo, la reanudación de las entregas de aviones de combate estadounidenses", argumentó.
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