Aquel fatídico día una manifestación de estudiantes fue reprimida por las fuerzas de seguridad del Estado, por órdenes del entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz, y el secretario de Gobernación, Luis Echeverría. Los funcionarios federales pusieron un freno total al movimiento estudiantil que, por meses, puso en jaque a las autoridades mexicanas que se preparaban para ser anfitriones de los Juegos Olímpicos.
La cifra oficial, en su momento, fue de 20 personas muertas; sin embargo, las estimaciones de las víctimas mortales, validadas incluso por la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), es de 300 personas fallecidas.
Cerca de las 12 horas (hora de la Ciudad de México) se inició la movilización organizada por el Comité 68 Pro Libertades Democráticas —organismo donde se congregaron los liderazgos del movimiento estudiantil de 1968—, partiendo de la Plaza de las Tres Culturas con dirección al Zócalo de la capital mexicana.
Los participantes de la marcha gritaban consignas contra el autoritarismo, la represión, la militarización y la corrupción. También hubo personas con mantas donde se leía la consigna más frecuente de esta movilización histórico: "¡Ni perdón ni olvido!".
Según datos del Gobierno de la Ciudad de México, la cifra oficial de asistentes fue de 4.000, entre activistas y estudiantes que, además, protestaron por la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa y la decisión de asignar tareas de seguridad pública al ejército, institución que también estuvo involucrada en la masacre.
Para resguardar la movilización se asignaron a 730 elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México (SSC-CDMX) que se desplegaron a lo largo de Eje Central.
Las autoridades capitalinas reportaron saldo blanco y ninguna detención, pese a que sí hubo daños a inmuebles.
Polémica en la marcha
En la movilización también participaron diferentes colectivos de madres de personas desaparecidas, entre ellos Hasta Encontrarte, al cual se sumó la politóloga y columnista del diario Reforma, Denisse Dresser.
Sin embargo, la analista política fue expulsada de la manifestación al llegar a la plancha del Zócalo por personas identificadas como estudiantes, quienes la acusaron de ser una "neoliberal" sin derecho a estar en la movilización.
Su expulsión generó una polémica en redes sociales entre quienes apoyaron la decisión de expulsarla de la marcha y entre quienes respaldaron a Dresser y su derecho a la libre manifestación en el espacio público.
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