"En Canadá han aumentado bruscamente los delitos por motivos religiosos y la actividad antiindia. El Ministerio de Asuntos Exteriores de la India y nuestros consulados generales en Canadá debatieron tales incidentes con las autoridades canadienses, y le pidieron investigar esos casos y tomar medidas", comunicó el Ministerio.
El órgano agregó que los culpables de esos delitos no han sido castigados hasta el momento.
"Debido al aumento de los susodichos delitos, a los ciudadanos y los estudiantes indios residentes en Canadá y a quienes piensen dirigirse allí con fines de turismo o de estudios se recomienda mostrar vigilancia y cautela", señaló.
Además instó a los indios que se encuentran en Canadá a registrarse en la Alta Comisión de la India con sede en Ottawa (la principal misión diplomática india en Canadá) o en los consulados generales de Toronto y Vancouver para organizar mejor la interacción en caso de que surgiera una emergencia o cualquier otro problema.
El Ministerio de Asuntos Exteriores de la India emitió esta declaración después de que unos desconocidos pintaran proclamas antiindias en las paredes de un templo de Toronto.
El diputado del Parlamento de Canadá de origen indio Chandra Arya indicó como responsables a los partidarios canadienses del movimiento separatista Khalistan, que busca separar el Estado de Punjab de la India, así como constató que hubo otros incidentes de esa índole.
Según los medios, en Canadá viven 1,6 millones de personas de procedencia india. El país goza de mucha popularidad entre los alumnos indios que desean proseguir sus estudios en el exterior.
No es la primera vez que en Canadá salen a la luz casos de delitos de odio. En junio de 2021, fueron localizadas 751 fosas de niños en el terreno donde estaba ubicada una escuela católica indígena. Poco después, el papa Francisco se excusó por los abusos y la discriminación que los menores nativos sufrieron en los colegios.
Según el informe de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación de Canadá, publicado en 2015, aproximadamente 150.000 niños aborígenes fueron asimilados por la fuerza a través de escuelas residenciales entre 1883 y 1998, un proceso que podría ser catalogado como un genocidio cultural.
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