Miles de tumbas nuevas aparecieron aquí recientemente. Algunas ya tienen una cruz, mientras que otras solo tienen unos carteles de cartón con un número. Ekaterina Triuján busca una en concreto: la número 1.003 porque allí yace su hijo. Un fragmento de mina mató al joven cerca de su casa en Mariúpol.
"A mí también me sacaron por los pies desde debajo de los escombros. El 17 de marzo mandé a un conocido, y los vecinos le dijeron que ya hacía dos semanas desde que había muerto. No puedo sin él…", dice Ekaterina entre lágrimas.
Después de que su hijo fuera enterrado, la mujer vino al cementerio, a pesar de que apenas puede andar. Puso flores en la tumba de su hijo. Sin embargo, al volver unos días más tarde, esto no resultó ser tan fácil: pues aparecieron muchas tumbas más.
Ekaterina estuvo a punto de perder la esperanza, pero logró encontrar el lugar donde su hijo descansa en paz.
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