El análisis científico localizó presencia de seis tipos distintos de polímeros tanto en puercos como en reses, con base en ocho muestras de cada tipo de carne.
La universidad europea también identificó plásticos en 18 de 25 muestras de leche.
"La posible causa de esto podría ser el alimento para vacas y cerdos: todas las 12 muestras de bolitas de alimento y comida en trozo contenían plástico", indicó la oficina de prensa de la Universidad Vrije.
El primer autor de este análisis, Ike van der Veen, señaló que si bien son significativos estos hallazgos, es necesario considerar muchas más muestras para determinar la relación entre la carne animal y la presencia de plásticos en los cuerpos de estos animales de granja.
Además, previamente el recinto académico reportó que, a través del estudio de 22 muestras de sangre donadas de manera anónima por adultos sanos, los científicos involucrados registraron contaminación de microplásticos en el 80% de las personas analizadas.
La mitad de las muestras contenían plástico tipo PET, presente de manera frecuente en botellas de bebidas, mientras que un 33% contenía poliestireno, utlizado comúnmente en el empacamiento de alimentos y otros productos.
Además, un 25% de las muestras sanguíneas analizadas incluyó polietileno, material con que se fabrican las bolsas de plástico de los supermercados, informó el recinto académico en un resumen de la investigación para medios.
La investigación revela que estas partículas plásticas tienen la capacidad biológica de ser absorbidas por el torrente sanguíneo humano.
"La comprensión de tal exposición es necesaria para determinar si la exposición a partículas plásticas es o no un riesgo para la salud pública", apuntó la Universidad Vrije.
El análisis científico se realiza en colaboración con diversos laboratorios europeos y asesores de riesgo, con miras a medir los efectos inmunotoxicológicos de estos plásticos en el cuerpo humano.
Según comento en una entrevista para Sputnik, Avigail Ben Tzvi, bióloga y ambientalistai israelí, los microplásticos actúan como imanes para los agentes contaminantes y los concentran en su superficie. Así, cuando comemos microplásticos, especialmente aquellos que provienen del mar, por ejemplo al ingerir pescados y algas, el plástico transporta toxinas concentradas dentro de nuestro cuerpo.