Los vínculos entre México y Estados Unidos siempre han sido complejos. La diferencia radica en que, en esta ocasión, hay una relación más tensa que en años anteriores. La inflación, la crisis migratoria, la contrastante popularidad interna de ambos mandatarios, las elecciones legislativas estadounidenses, los desacuerdos en materia energética... Todo parece configurar un encuentro que requerirá de todo, menos de tibieza y de retórica.
Analistas consultados por Sputnik aseguran que el Gobierno de López Obrador ha promovido, al menos en el discurso, una especie de exaltación de la soberanía mexicana frente al injerencismo norteamericano. Y eso, aunque aumenta los puntos de aprobación ciudadana de su mandato, no beneficia necesariamente a la relación bilateral con Washington, advierten.
"La relación está en un punto conflictivo, de muy baja interlocución amable. Yo creo que ninguno de los dos llega más fortalecido que otro. En esta situación es perder-perder para ambos. Nadie está contento con la relación que se está dando entre México y Estados Unidos", dice Ricardo Pascoe, exembajador de México en Cuba y considerado el primer diputado trotskista en el Congreso de México.
El presidente mexicano López Obrador no pierde ocasión en acusar al Gobierno o a las empresas de Estados Unidos de intervenir en las políticas internas de México. Cuando promovió su reforma eléctrica —que al final no prosperó tras no alcanzar la mayoría legislativa— señaló al país norteamericano de "hacer lobbying" en el Congreso mexicano para evitar que las modificaciones constitucionales no fueran aprobadas.
La molestia de legisladores y empresarios estadounidenses es visible. El 6 de mayo, el Senado de Estados Unidos condenó de forma unánime las reformas propuestas por el mandatario mexicano y votaron a favor de una moción para que Joe Biden inicie consultas por posibles violaciones al Tratado de Libre Comercio entre México, Canadá y Estados Unidos (T-MEC).
López Obrador también ha dicho que Estados Unidos protege a organizaciones que están en contra de su Administración, específicamente a Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI), la asociación vinculada al empresario mexicano Claudio X. González.
Y en asuntos de política exterior, el conflicto en Ucrania, la Cumbre de las Américas y Cuba han jugado papeles fundamentales para incrementar la tensión entre los dos países. Si bien el Gobierno de México ha condenado las acciones de Moscú en suelo ucraniano, nunca se ha sumado a la imposición de sanciones a Rusia. Sobre Cuba también ha sido claro con la Casa Blanca al pedirle que levante el bloqueo a la isla, lo cual ha generado inconformidad entre amplios sectores del país norteamericano. Y en cuanto a la Cumbre de las Américas, la ausencia de López Obrador reflejó de manera simbólica el rechazo del país latinoamericano a la hegemonía diplomática estadounidense en la región.
"La relación está en una permanente tensión más allá de sus representantes de Estado. Sin embargo, la política de Joe Biden es mantener, al menos en el discurso, todo mucho más tranquilo que cuando estaba en el poder Donald Trump. La realidad es que la imagen de Biden en estos momentos está mal. Su legitimidad entre la población es cuestionada. Se le señala como un presidente blando y débil, que no tiene la fuerza para gestionar asuntos como la crisis en Ucrania", observa Irwing Rico, académico internacionalista de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
"No le veo una rentabilidad política muy clara a López Obrador en mantener una posición de confrontación con Estados Unidos. Él piensa que gana puntos de liderazgo en América Latina, pero tengo la impresión de que, con su negativa de asistir a la Cumbre de las Américas, pensó que iba a provocar una escalada de apoyo a su boicot. Terminó siendo, en realidad, un fracaso político, porque al final sí concretó una reunión personal con Biden, y eso en América Latina puede ser tomado como una actitud hipócrita", añade Pascoe, quien también es sociólogo por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales de Chile y fundador del Partido de la Revolución Democrática (PRD).
¿Quién es el más fuerte?
Internamente, el nivel de aprobación del Gobierno de López Obrador está en uno de sus mejores momentos. Según la consultora Oraculus, el 62% de los mexicanos avala su gestión. En cambio, Joe Biden sólo es aprobado por el 39% de los estadounidenses, según una encuesta elaborada en junio por The Associated Press-NORC Center for Public Research.
"Si hiciéramos un análisis de quién se ha beneficiado más de la relación bilateral, podríamos decir que México ha logrado reactivar muchos mecanismos que antes estaban pausados, como el Diálogo de Alto Nivel. Se ha permitido que se avancen medidas para una gestión más humanitaria y de cooperación para el desarrollo económico en los temas migratorios. Antes eso no era tan plausible con Trump", explica Claudia Serrano, doctora en estudios latinoamericanos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
También señala como un avance notable la demanda que el Gobierno de México presentó en contra de 11 fabricantes de armas estadounidenses por promover el trasiego ilegal de armamento a territorio mexicano, en beneficio del crimen organizado.
"Y en el asunto energético, que tanta inconformidad ha generado en ciertos sectores de Estados Unidos, México ha logrado que se genere un proceso de respeto [hacia sus políticas en la materia, que dan mayor peso al Estado como eje rector de la industria eléctrica]", apunta la especialista.
Sin embargo, esto no quiere decir que Estados Unidos no se haya beneficiado. La Administración Biden, dice, se ha dado cuenta que es mejor tener una relación de cooperación en lugar de seguir la línea de confrontación discursiva que ha seguido el propio López Obrador en contra de Washington.
"López Obrador llega más fortalecido al encuentro bilateral. Su respaldo popular en México es importante. En el caso de Biden, sin embargo, hay muchos cuestionamientos a su Gobierno. Muchos creen que titubea ante una mano dura que la ciudadanía estadounidense está pidiendo. La inflación y el reacomodo energético ha deteriorado la imagen de Biden al no lograr reducir los impactos generados por la crisis en Ucrania. Podemos decir que ya perdió el electorado", señala Serrano.
La preocupación de EEUU
El diario estadounidense The New York Times lanzó una bomba mediática que tensó todavía más las relaciones entre México y Washington. Según fuentes cercanas a la Administración de Biden, en la Casa Blanca hay un clima de desconfianza hacia Ken Salazar, el embajador estadounidense en suelo mexicano. El motivo: su cercanía a López Obrador.
La noticia se dio a conocer unos días antes del encuentro bilateral, lo cual pone de manifiesto que el diálogo se dará en condiciones rígidas, sobre todo por la postura que ha tomado el país latinoamericano en el mapa geopolítico mundial.
"El conflicto en Ucrania no es un asunto decisivo en la relación bilateral, pero es una raya más al tigre en cuanto a la idea de que México ya no es un socio confiable para Estados Unidos. Es una idea que ha permeado en casi todos los círculos legislativos y empresariales estadounidenses. Y eso es algo muy grave más allá de las preferencias ideológicas de López Obrador, que es más partidario del bloque China-Moscú que del bloque Estados Unidos-Unión Europea", asegura el exembajador Ricardo Pascoe.
Y aunque López Obrador ha dicho que busca cerrar filas con la Casa Blanca para combatir problemas compartidos, como la crisis migratoria y la inflación, la realidad es que, en este encuentro del 12 de julio, será difícil llegar a una solución definitiva, ya que lo que se establecerá serán las reglas del juego bilateral en los próximos dos años.