En un estudio publicado en la revista Nature Communications, los astrofísicos explican que para que se incrementen las posibilidades de hallar vida, las lunas deben ser grandes con respecto al tamaño de su planeta. Los científicos argumentan que una luna puede ser una característica potencialmente beneficiosa para albergar vida en otros planetas puesto que la Luna es muy importante para la vida en la Tierra.
Para llegar a esa conclusión, simularon en computadoras impactos de protoplanetas con mundos rocosos similares a la Tierra y planetas helados de masas variables, para 'generar' lunas y ver cómo se desarrollaban después. La idea del experimento se basa en que se cree que la gran Luna de la Tierra se generó por una colisión hace aproximadamente 4.500 millones de años entre la Tierra en las primeras etapas de desarrollo y un gran impactador del tamaño de Marte, lo cual resultó en la formación de un disco parcialmente vaporizado alrededor de la Tierra, que finalmente tomó la forma de la Luna.
Se descubrió que los planetas rocosos con una masa seis veces mayor a la de la Tierra y los planetas helados con una masa mayor a la de la Tierra producen discos completos en lugar de parcialmente evaporados y estos discos totalmente vaporizados no pueden formar lunas fraccionadamente grandes.
Como explicó Nakajima: "Si el planeta es muy masivo, los impactos producen discos completamente vaporizados porque los impactos entre planetas masivos suelen ser más energéticos que los que se producen entre planetas pequeños".