Al igual que grupos como Al Qaeda, los narcotraficantes mexicanos siembran en carreteras de Michoacán minas caseras en los caminos por donde pasan los militares para destruir sus vehículos y disuadirlos de seguir su camino.
Estas bombas tienen una capacidad explosiva de 2,2 kilos y necesita una distancia de evacuación de hasta 366 metros, aunque las explosiones pueden ser escuchadas desde una distancia de tres kilómetros.
Se tratan dispositivos que se activan con el contacto y los cuales contienen pólvora, fierro de dos milímetros de grosor, una pila y dos conectores con cables.
En zonas como Tepalcatepec estos artefactos ya han destruido vehículos tipo Sandcat, lo que ha obligado a los militares mexicanos a detectar y detonar las minas para evitar bajas.
De acuerdo con un reportaje de Milenio Diario, tan sólo este 2 de febrero, las autoridades mexicanas detonaron 12 minas artesanales en Tepalcatepec.
A esta estrategia se suma el uso de drones con los cuales se han coordinado ataques aéreos contra elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional y la Guardia Nacional.
Al respecto, el especialista de la UNAM, Daniel Castillo, considera que se tratan de estrategias para generar miedo, pues además de que son armas muy baratas generan una sensación de inseguridad a los militares.
"¿Qué es lo que generas? No tanto el impacto, de digamos 'destruí tres coches', sino el impacto psicológico de terror que genera un dron que cae usando dinamita o que, literalmente, le pegas a un edificio en la madrugada como están haciendo en Michoacán o poner minas en el camino. Estamos hablando de que están adaptando una táctica", declaró Castillo para Milenio Diario.
El uso de estas minas coincide con el avance del ejército a zonas como La Romera, El Bejuco, Carapuato y Canzanga, las cuales estaban bajo control del CJNG.