Dramas familiares como este se repiten constantemente. En las últimas horas en Sao Paulo murieron al menos 24 personas, pero la cifra podría aumentar en las próximas horas porque hay varios heridos y desaparecidos. De las víctimas mortales, nueve eran menores de edad.
Algunas de las víctimas murieron ahogadas dentro de casa, otras sepultadas por las paredes por un derrumbe, otro dentro de su auto arrastrado por la corriente… Además, según el Gobierno de Sao Paulo hay unas 500 personas desalojadas. Las autoridades ya han prometido 15 millones de reales (2,8 millones de dólares) para las ciudades afectadas.
La peor parte se la lleva el municipio de Franco da Rocha, donde murieron ocho personas. Además, hay 10 desaparecidos. A la parte alta de un barrio humilde simplemente se la tragó la tierra. El enorme deslizamiento se produjo en un área que no estaba clasificada como de alto riesgo, según el alcalde.
Varias regiones afectadas
La tragedia en Sao Paulo recuerda a lo que vivió hace pocas semanas el estado de Bahía (noreste). Allí, las lluvias dejaron 27 muertos, más de 500 heridos y más de 965.000 personas afectadas de una u otra manera, según la Defensa Civil. Un total de 190 ciudades del sur del estado decretaron situación de emergencia.
La situación en Bahía fue más dramática si cabe por la continuidad de las lluvias durante muchos días y porque se desbordaron ríos en zonas rurales y de barrios muy pobres y poco preparados para este tipo de catástrofes ambientales.
El vecino estado de Minas Gerais (sureste) tampoco se libró de los temporales y registró 24 muertes en el mes de enero, la mayoría en ciudades del área metropolitana de la capital, Belo Horizonte. A éstas habría que sumar la decena de fallecidos que provocó el desprendimiento de una roca gigante en el embalse de Capitolio. Las fuertes lluvias caídas los días anteriores podrían haber precipitado la caída.
Urbanismo salvaje y cambio climático
Las ciudades brasileñas están relativamente acostumbradas a convivir con inundaciones provocadas por las tormentas de verano. Pero la magnitud y la frecuencia está cambiando. Los especialistas lo achacan a los efectos del cambio climático, pero también a problemas endémicos relacionados con la urbanización.
Las construcciones desordenadas y en áreas de riesgo son el pan de cada día de las ciudades brasileñas, especialmente en las periferias, donde las "favelas" prácticamente trepan por las laderas de las colinas desafiando a la gravedad o invaden el curso natural de los ríos.
En los barrios ricos también abundan los desafíos a la naturaleza, ya que la excesiva pavimentación impide la filtración natural del agua, y el encauzamiento de ríos muchas veces desnaturaliza sus características y deja a la población más vulnerable ante las posibles crecidas.