Esta celebración, que fue declarada Fiesta de Interés Turístico de Extremadura y de todo el país, tuvo que posponerse por dos años consecutivos por la pandemia del coronavirus. Sin embargo, este año volvió a las calles.
"Que se haya celebrado después del año pasado ha sido un sueño", confesó una de las asistentes.
La amiga que la acompañaba agregó que no esperaban que este año permitieran la realización de la tradicional fiesta popular.
"Y cuando se dio fue mucha emoción. No podemos explicar cómo lo vivimos", admitió la joven.
El jarramplas es el personaje principal de la fiesta. Se trata de una persona a la que visten con una chaqueta y un pantalón lleno de cintas de colores, y en la cabeza le colocan una máscara cónica de fibra de vidrio que tiene dos cuernos y una gran nariz.
Al jarramplas se le persigue por las calles del pueblo mientras los vecinos y turistas, en forma de castigo, le lanzan nabos. Antiguamente el jarramplas representaba a los ladrones de ganado y por eso se le tiraban verduras y hortalizas.
"Lo estamos viviendo con muchísimas ganas, volver a ver al pueblo en las calles, sin mascarillas, aunque se están respetando las medidas de seguridad. Para nosotros es algo muy importante, tenemos mucho orgullo, y la verdad es que la gente se está comportando súper bien, respetando. Seguir viendo acá el turismo, que la fiesta sigue creciendo, es un orgullo", indicó uno de los asistentes.
Este año, de a poco, las fiestas tradicionales han vuelto a las calles de España.