"Sé que esto es en todos los años en los días solemnísimos de la resurrección del Señor y sólo que ya sabemos cuántos crímenes y excesos se cometen en estas diversiones, que generalmente se llaman por estos puntos mariachis", se lee en la carta enviada por el sacerdote Cosme Santa Anna.
Los mariachis no hacen caso
"La Plaza Garibaldi, si acaso no la cuna del mariachi, ha sido por años Mariachilandia, y desparrama sus mariachis por todos los barrios y las colonias citadinas. Cada vez que un vecino, de madrugada, por causa justificada de boda o cumpleaños o asunto amoroso o 10 de mayo, o mero gusto, celebra su mexicana desgarrada alegría, se regala un mariachazo importado de la Garibaldi y de paso lo regala a todos los vecinos para que se desvelen en mexicana alegría. La música mexicana frecuentada por el mariachi es un rico epítome cultural", escribe el cronista José de la Colina.