En una carta abierta publicada este miércoles y titulada "Te amo, Sao Paulo, pero no haré tu carnaval" las entidades del sector afirman que los blocos participantes en las agrupaciones "en su gran mayoría comunican que no saldrán a las calles en este carnaval 2022, aunque la fiesta sea autorizada".
El manifiesto está firmado por el Forum de los Blocos de calle de Sao Paulo, la Unión de Blocos del Carnaval de Calle del Estado y la Comisión Femenina del Carnaval de São Paulo, que juntos representan a casi 250 blocos.
El grupo afirma que "es obligación del poder público ser riguroso en la observación de las reglas sanitarias de todos los eventos que ya se celebran y se celebrarán en Sao Paulo" y no aceptan alternativas que no busquen preservar la vida de los paulistanos.
En este sentido, rechazan la hipótesis de celebrar el carnaval de calle en lugares controlados al aire libre, como el circuito de carreras de Interlagos o el hipódromo, entre otros, porque en su opinión eso es "una alternativa del sector privado".
En Río de Janeiro el ayuntamiento también propuso a los blocos una alternativa en ese sentido, para poder celebrar al menos parte de la fiesta, con controles a la entrada para verificar vacunación, test negativo de COVID-19, etc.
Los blocos se negaron por entender que mata el espíritu espontáneo e irreverente de la fiesta y los desvincula de las calles y barrios donde están arraigados históricamente.
Tras el anuncio de las comparsas de Sao Paulo, que en la práctica acaba con el carnaval de calle de esa ciudad, las principales ciudades con tradición carnavalesca de Brasil ya renunciaron a las fiestas que iban a tener lugar del 25 de febrero al 1 de marzo.
Antes ya lo hicieron Salvador (Bahía, noreste), Recife y Olinda (Pernambuco, noreste) y Río de Janeiro (sureste), aunque tanto Río como Sao Paulo aún confían en poder celebrar los desfiles de las escuelas de samba en sus respectivos sambódromos, recintos que funcionan como un estadio y donde los controles sanitarios son más plausibles.