"De acuerdo con el mandato, las fuerzas de paz deben permanecer [en Transnistria] hasta que se alcance una solución política completa e integral a los problemas. Hasta que esto suceda, el personal de mantenimiento de la paz debe quedarse", afirmó Krasnoselski.
Subrayó que los actores políticos que están a favor de sustituir las fuerzas de paz por personal civil en realidad abogan por la "agudización del conflicto".
El pasado 17 de noviembre, Nicu Popescu, vice primer ministro y también titular de Exteriores de Moldavia, declaró que la presencia del personal ruso de mantenimiento de la paz viola la neutralidad exigida por la Constitución moldava y, por lo tanto, la retirada de estas fuerzas sigue siendo el objetivo principal de la política exterior de Moldavia.
La desintegración de la Unión Soviética y el miedo a una fusión de Moldavia con la vecina Rumanía empujaron a varios distritos en la ribera oriental del Dniéster, de población mayoritariamente rusohablante, a proclamar la creación de la llamada República Moldava de Transnistria a principios de los 1990.
Chisinau respondió con el envío de tropas al territorio rebelde, lo que provocó un conflicto armado que se prolongó por varios meses.
Actualmente Transnistria es un territorio fuera del control de Chisinau, con todos los atributos de un Estado, incluido una moneda propia.
El mantenimiento de la paz en la zona del conflicto corre a cargo de un contingente mixto de Rusia, Moldavia y Transnistria. Esta última insiste en obtener la independencia, pero Moldavia se la niega, ofreciendo a cambio una amplia autonomía.
El 12 de diciembre Transnistria celebró sus séptimos comicios presidenciales.