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Qué fue la masacre de calle Corro y quiénes son los 10 militares detenidos en Argentina

El 29 de septiembre de 1976 las fuerzas represivas argentinas mataron a cinco militantes montoneros, entre ellos a una de las hijas del periodista Rodolfo Walsh, Victoria. Después de 45 años de impunidad, la Justicia detuvo a 10 genocidas que participaron en el operativo, conocido como la masacre de la calle Corro. Ninguno de ellos quiere declarar.
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Con tanques, camiones con bazucas, helicópteros, autos y un arsenal, unos 150 militares argentinos fueron a buscar a nueve militantes de la organización política guerrillera Montoneros, a la casa número 105 de la calle Corro, en la Ciudad de Buenos Aires. Allí funcionaba, en la clandestinidad, la oficina de prensa.
Los militares, gendarmes, policías y bomberos dirigidos por los genocidas Roberto Roualdes, Ernesto el Nabo Barreiro y Héctor Vergez, dispararon hasta matar a tres de los cinco montoneros que ese día fueron asesinados: José Coronel, Ismael Salame e Ignacio Bertrán. Los otros dos, Victoria Walsh y Alberto Molina Benuzzi, decidieron quitarse la vida al grito de: "Ustedes no nos matan, nosotros elegimos morir".
Esa mañana, además, fueron secuestrados otros cuatro militantes que se encontraban en la casa: Lucy Matilde Gómez de Mainer, Juan Cristóbal Mainer, Maricel Marta Mainer y Ramón Alcides Baravalle.
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El insólito escondite de un represor de la dictadura argentina buscado por la Justicia
En mayo de 2017, la hermana de Victoria, Patricia Walsh, decidió presentar una querella para exigir justicia. Meses después, también presentó una demanda Lucía Coronel, hija de José Coronel y de María Cristina Bustos, desaparecida en la ESMA, donde Lucía estuvo secuestrada siendo bebé.
El martes 14 de diciembre de 2021, 10 de los cientos de militares que participaron en el operativo de la calle Corro 105 fueron detenidos: Ricardo Grisolía, Gustavo Montell, Hugo Eduardo Pochon, Guillermo César Viola, Domingo Giordano, Héctor Eduardo Godoy, Gustavo Juárez Matorras, Danilo González, Abel Enrique Re y Carlos Orihuela.
"Años de lucha de familiares, organismos de derechos humanos y los miles que seguimos peleando contra la impunidad, consiguieron que luego de decenas de testimonios y producción de otras pruebas, se llegara a estas detenciones", escribió en Twitter Myriam Bregman, abogada que representa a Walsh y Coronel ante la justicia, junto a al Centro de Profesionales por los Derechos Humanos.
El miércoles 15, los 10 militares se negaron a prestar declaración indagatoria, según informaron medios argentinos. Todos los imputados están detenidos en la unidad 34 dependiente del Servicio Penitenciario Federal, ubicada en Campo de Mayo, partido de San Miguel en la provincia de Buenos Aires. Mientras, el juzgado a cargo de Daniel Rafecas resolverá si les otorgará la prisión domiciliaria que solicitaron.
Según la prensa local, los imputados fueron individualizados a partir del análisis de los elementos incorporados al expediente entre los que se encuentra el libro histórico del Grupo de Artillería de Defensa Aérea 101 del Ejército (GADA 101), legajos personales del Ejército Argentino, declaraciones testimoniales de víctimas y familiares de las víctimas; declaraciones testimoniales de exsoldados conscriptos y legajos de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas.

¿Qué pasó en la calle Corro 105?

Hasta el barrio porteño de Villa Luro, el 29 de septiembre de 1976 llegaron los cientos de represores del GADA 101, la Policía Federal y Gendarmería.
En la casa número 105 de la calle Corro se encontraban los militantes montoneros encargados de la prensa de la organización, que se habían reunido allí desde el día anterior. La historia de la muerte de Vicky Walsh —y sus compañeros— fue relatada por su propio padre en Carta a mis amigos y Carta a Vicki, ambas reproducidas por el periódico argentino Página12, el 15 de diciembre de 2021.
"El 28 de septiembre, cuando entró en la casa de la calle Corro, cumplía 26 años. Llevaba en sus brazos a su hija porque en el último momento no encontró con quién dejarla. Se acostó con ella, en camisón. Usaba unos absurdos camisones largos que siempre le quedaban grandes. A las siete del 29 la despertaron los altavoces del Ejército, los primeros tiros. Siguiendo el plan de defensa acordado, subió a la terraza con el secretario político Molina, mientras Coronel, Salame y Beltrán respondían al fuego desde la planta baja", relató.
Resistieron por más de una hora, pero al ver que no iban a ganar, Walsh y Molina decidieron quitarse la vida. En su texto, Rodolfo Walsh cuenta que un conscripto le prestó su testimonio, y le dijo: "Un hombre y una muchacha tiraban desde arriba, nos llamó la atención porque cada vez que tiraban una ráfaga y nosotros nos zambullíamos, ella se reía'".
Después reflexiona: "Mi hija estaba dispuesta a no entregarse con vida. Era una decisión madurada, razonada. Conocía, por infinidad de testimonios, el trato que dispensan los militares y marinos a quienes tienen la desgracia de caer prisioneros: el despellejamiento en vida, la mutilación de miembros, la tortura sin límite en el tiempo ni en el método, que procura al mismo tiempo la degradación moral, la delación".
La hija de Victoria Walsh fue secuestrada por los militares; al tiempo la entregaron a la familia de su padre.
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