Considerado un apu —deidad y lugar de adoración de las culturas prehispánicas—, fue bautizado con su actual nombre por el conquistador español Francisco Pizarro en 1535.
El distrito se destaca de otras zonas de Lima por los brillantes colores de sus casas y los innumerables murales de sus calles.
Está ubicado a 300 metros sobre el nivel del mar y en su cima se encuentra un mirador que brinda a los visitantes la posibilidad de contemplar Lima en todo su esplendor.
Antes de la conquista, sus antiguos habitantes ascendían a la cima para llevar ofrendas y sacrificios a sus dioses. Los españoles y misioneros lo hacían rezando el Vía Crucis y rememorando las estaciones de Jesús, tradición que continúa hasta ahora.
Los trabajos de pintura no cesan y los trabajadores comunitarios siguen adornando este lugar para el agrado de sus residentes y visitantes.
Hoy en día, el cerro se integró al circuito de la zona turística de Lima y se puede acceder a través de pequeños buses denominados urbanitos que suben regularmente a la cima o como parte de una caminata desde sus laderas.
En lo alto de la colina se encuentra un museo explicativo del lugar, que incluye una exposición de fotografías antiguas de la vieja Lima y recreaciones de personajes populares.