Bielorrusia no es Ucrania
La intentona de una adaptación de una 'revolución de colores', o 'primavera bielorrusa', cuya finalidad era un golpe de Estado y el derrocamiento del presidente, Aleksandr Lukashenko, tras las presidenciales de 2020, se ha convertido en uno de los inviernos más fríos y duros para los intereses de EEUU y la Unión Europea, que han fracasado en sus azotes a ese país eslavo. Por el contrario, han resultado azotados.
La reunión mantenida entre los mandatarios de Rusia y Bielorrusia aplastó definitivamente cualquier intento de tratar de someter a Minsk a los mismos designios que a finales de 2013 acabaron sometiendo a Ucrania, que derivó en un golpe de Estado, el exilio ruso de su entonces jefe de Estado, Víktor Yanukóvich, y el posterior incendio que Occidente quiso imprimir a Rusia.
Puede que no haya sido coincidencia que estos acuerdos, sumados a la actualización de la doctrina militar conjunta, que deja histéricas a las autoridades europeas y estadounidenses, hayan tenido lugar el mismo día en que se celebraba el Día de la Unidad Popular de Rusia, y que Putin decidiera conmemorarlo en Sebastópol, en la península de Crimea. Doble golpe de efecto.
El reconocimiento de Lukashenko
Tampoco debe ser casualidad, que Lukashenko, quien hasta ahora no había reconocido la reunificación de Crimea a Rusia, lo hiciera bajo el recurso simpático de una broma, a modo de 'queja': "Vladimir Vladimirovich [Putin] solía prometerme que me llevaría a Crimea para mostrarme las novedades allí, para mostrarme lo nuevo que se ha hecho allí –ya que se ha hecho un montón de trabajo– y que me llevaría por la carretera a Crimea, pero se fue solo hoy y no me ha invitado a unirme a él ", dijo el presidente bielorruso.
En este contexto, Putin afirmó que ambos países continuarán rechazando cualquier intento de injerencia en sus asuntos soberanos. "La tarea de crear una atmósfera de estabilidad y seguridad en nuestras fronteras externas es de particular importancia. Tenemos la intención de hacer frente conjuntamente a cualquier intento de injerencia en los asuntos internos de nuestros Estados soberanos. Y Rusia, por supuesto, continuará ayudando al fraternal pueblo bielorruso", manifestó. En este sentido, Moscú y Minsk han denunciado de forma reiterada el incremento de la presencia de fuerzas de la OTAN junto a sus fronteras.
"Evidentemente el objetivo de la presión de la Unión Europea [UE], era crear una 'Ucrania 2' en las fronteras rusas, en este caso utilizando a Bielorrusia. Este era el objetivo, lo que claramente ha fracasado en toda su proyección y ahora nos encontramos, como hemos visto con anterioridad, con una situación contraria a lo que esperaba y deseaba EEUU y la UE. Un refuerzo orientado a las relaciones político-militares, que es muy importante el paso que se ha dado a nivel militar, puesto que estamos viendo cómo la UE y EEUU no dudan en dar nuevas alas a la agresividad ucraniana", observa al respecto el analista internacional Eduardo Luque.
Economía integrada
Por otra parte, el jefe del Kremlin destacó que la implementación de los programas integradores permitirá al Estado de la Unión de Rusia y Bielorrusia crear condiciones empresariales iguales y unificadas para ambos. "La economía de los dos países comenzará a funcionar en base a reglas comunes y coordinadas, lo cual abrirá nuevas perspectivas, realmente amplias, para su desarrollo y tendrá un gran efecto positivo, que se percibirá en todas las esferas económicas sin excepción", abundó.
A su turno, Lukashenko señaló que tras la firma de estos acuerdos los Gobiernos de ambos países deberán tomar medidas para implementar una serie de soluciones e iniciar una etapa "de relanzamiento del espacio económico conjunto".
"Evidentemente es un paso más en la dirección de una mayor integración entre los dos países y que alcanzará una unión entre ellos. De todas formas está claro que Lukashenko, que tuvo algún problema hace años, algunas veleidades pro occidentales e hizo algún desplante al presidente Putin, ahora ha cambiado radicalmente de posición en la medida en que fue precisamente Rusia el que le ayudó enormemente a solventar el problema de aquella 'primavera' que se levantó contra el propio presidente bielorruso. Y ha cambiado su posición, porque no podía ser de otra forma, del reconocimiento efectivo de Crimea", apunta Eduardo Luque.