"Una vez que vimos todos los instrumentos, elegimos tres que por sus características nos permitían hacer una recuperación arqueológica importante: el primero y más destacado fue una vasija silbadora que a primera vista estaba bien conservada, pero tenía una ruptura clave, un orificio cercano en el sistema de sonidos que nos llamó la atención", comentó Sosa a la Agencia Ciencia, Tecnología y Sociedad de la Universidad de La Matanza.
"Es como si los objetos volvieran a tener vida, porque se encontraban detrás de una vitrina en el museo y no sabías si sonaba de tal o cual manera, que lo utilizaban con agua, que si lo soplabas generaba un sonido distinto que era maravilloso. Nunca nos hubiéramos imaginado que una vasija en realidad era parte de los instrumentos precolombinos", concluyó Couso.