"La Reina ha aceptado con renuencia el consejo médico para que descanse los próximos días", comunicó la casa real.
Isabel II tenía previsto asistir, el jueves 21, a un servicio en la iglesia de San Patricio de Armagh, organizado por los líderes espirituales de las principales religiones activas en el territorio para "marcar el centenario de la partición de Irlanda y la formación de Irlanda del Norte".
La también llamada región del Ulster se creó en 1921 cuando seis condados del noreste de la isla, de mayoría protestante, se opusieron al establecimiento de un Parlamento en Dublín y se alzaron en armas en defensa de su pertenencia al Reino Unido.
El presidente de la república de Irlanda, Michael D Higgins, declinó la invitación al evento conmemorativo de la división del país, en una decisión anunciada el mes pasado que enfureció a los líderes unionistas.
La visita al Ulster de la jefe del Estado británico, que iba a prolongarse dos días, incluía eventos comunitarios, que finalmente han sido cancelados.
"Su Majestad mantiene el buen humor y está decepcionada de no poder visitar Irlanda del Norte, donde tenía previsto una serie de actos hoy y mañana [20 y 21 de octubre]", explica el comunicado del palacio de Buckingham.
A sus 95 años, Isabel II estaba al parecer en plena forma la tarde noche del 19 de octubre, cuando recibió a un grupo de mecenas e inversores millonarios en el castillo de Windsor, su residencia favorita a las afueras de Londres.
La semana pasada posó en público con bastón en lo que los corresponsales palaciegos describieron como la primera ocasión en la longeva vida de la soberana, que perdió a su marido, el príncipe Felipe, este año.
Hace un lustro que Isabel II no visita el conflictivo territorio norirlandés, que sigue fracturado social, política y económicamente un cuarto de siglo después de los acuerdos de paz que pusieron fin a la violencia sectaria sistemática y los atentados terroristas.