"Mi alma está hecha pedazos", confesó el pontífice y ordenó al cardinal Sean O"Malley, arzobispo de Boston y presidente de la Comisión para la Tutela de los Menores, compartirla con todos los sacerdotes y seminaristas.
Según el testimonio de la víctima, "durante años fui maltratada por un cura al que tenía que llamar 'hermanito' y yo era su 'hermanita'".
Actualmente, a causa del acoso, la mujer sufre de "un trastorno de identidad disociativo, de un grave trastorno postraumático complejo, depresión, ansiedad, miedo a las personas", así como de pesadillas.
"Tengo miedo de los curas, de encontrarme cerca de ellos, en los últimos tiempos no puedo ir a la santa misa, me duele mucho", refirió la autora de la carta.
En la parte final de la misiva, la víctima insta al papa que proteja la Iglesia y le recuerda que tiene una gran responsabilidad, "que no es un peso, sino una bendición".
Al decidir compartir la carta, el obispo de Roma "quiere acoger la voz de todas las personas heridas y demostrar a todos los sacerdotes que anuncian el Evangelio el camino que lleva al auténtico servicio de Dios", subrayó el cardenal O"Malley.
El pasado 5 de octubre, la Comisión independiente sobre los abusos sexuales en la Iglesia católica (CIASE) presentó un informe sobre los crímenes de pedofilia, cometidos por los religiosos en Francia.
El documento estima que entre 1950 y 2020 unos 216.000 menores de edad fueron víctimas de abusos sexuales, cometidos por unos 3.000 curas.