Las calles de Avellaneda, en el primer cordón del conurbano al sur de la ciudad de Buenos Aires, estaban repletas de gente el 28 de septiembre, como cualquier día de semana: unos hacían compras, otros retiraban a sus hijos de la escuela, algunos se acercaban al club de sus amores a tramitar su empadronamiento antes del esperado regreso de los hinchas a las canchas de fútbol.
Pero todo se salió de control cuando dos facciones de la barrabrava de Independiente, uno de los clubes más grandes del país, se enfrentaron a disparos y pedradas durante la tarde y entre los ciudadanos que circulaban por algunas de las avenidas principales.
"Lo que pasó es parte de una disputa que lleva años entre facciones, que desde 2013, mantienen una batalla por el control de la tribuna de Independiente, en particular por una pelea entre quienes eran sus dos líderes, Pablo Bebote Álvarez y César Loquillo Rodríguez, que eran aliados", dijo a Sputnik Alejandro Wall, periodista especializado en deportes.
La escena de guerra se dio cuando la barra disidente, encabezada por Rodríguez, se encontró con la oficial al momento del empadronamiento de socios, instancia previa al regreso de los fanáticos a los estadios, que se reanuda después de año y medio de pandemia.
Se registraron heridos leves y, posterior a una persecución cerca del cruce hacia la capital nacional, la policía detuvo a alrededor de 20 individuos y confiscó una pistola 9 mm y dos autos de lujo. Uno de los detenidos fue Loquillo Rodríguez, que conduce la barra Somos Nosotros.
Bebote Álvarez fue detenido y procesado por extorsión y asociación ilícita en 2017, pero en 2019 obtuvo la prisión domiciliaria. Es, sin ejercer el poder, la cabeza de la barrabrava los Diablos rojos, que regentea a través de herederos. Hoy es dueño de un opulento restaurante de tres pisos aledaño al club, que lleva el mismo nombre que la barra, donde ostenta un museo de camisetas.
Fútbol, poder, dinero y política
Barrabravas de River Plate de Argentina
© Sputnik / Francisco Lucotti
Durante los últimos dos meses, hubo alrededor de 10 casos de choques violentos entre barrabravas, incluso hubo incidentes en el marco del partido de la selección de Argentina contra Bolivia, en las afueras del Estadio Monumental, el 9 de septiembre.
"Los barrabravas manejan carnets de entradas, en algunos casos propios y en otros son falsos, parte de la estructura de reventa. Lo que viene pasando en todos los clubes es que, en este tiempo sin público, las barras siguieron yendo a las canchas a colgar las banderas, una forma de marcar el territorio", detalló Wall.
El autor de tres libros de investigación periodística e histórica sobre Racing, club rival de Independiente en Avellaneda, elaboró que, además de la reventa, buena parte de los negocios de las barrabravas, como la venta de comida y los cuidacoches, se vieron suspendidos durante la pandemia.
"La recaudación estuvo en otros delitos: la bandas de narcotráfico, la política. Hubo elecciones en Argentina, muchos barrabravas son mano de obra para pintadas, para mover gente. Gobierno tras gobierno, las políticas fracasan porque no se abordan desde el marco social. Los más jóvenes, muchos sin salida, se agarran de lo que pueden", matizó el periodista.
A partir de octubre vuelven los hinchas a la canchas de fútbol de Argentina, aunque con 50% de aforo, pero las peleas entre barrabravas, tanto entre equipos rivales como internas por el control por las tribunas, están latentes en todo el país.
Barrabravas de River Plate de Argentina
© Sputnik / Francisco Lucotti
En las últimas semanas se vivieron diferentes disputas explícitas en las provincias de Buenos Aires (centro-este) y Córdoba (centro). También en Avellaneda, barrabravas de Independiente y Racing se enfrentaron a tiros el 18 de septiembre, que dejaron dos heridos de bala.
Otras batallas campales entre facciones del mismo club sucedieron entre barrabravas de los equipos Arsenal y Berazategui, también de la zona sur del conurbano. Barras de Nueva Chicago, club de la zona oeste porteña, robaron en el vestuario e ingresaron a la fuerza para realizar un velorio. En Córdoba, se volvieron públicas las amenazas cruzadas entre los líderes enfrentados de la barra del club Belgrano, después de una balacera.
"La problemática sigue teniendo una lógica que los Gobiernos de distintas gestiones siempre abordaron desde lo policial, pero cuando se mete preso a un líder entra otro, porque lo que nunca se termina de cortar es el capital simbólico: los trapos [banderas], los bombos, el ruido, la fiesta, y que también se expresa en la violencia", enfatizó Wall.
En Argentina, desde 2008 no hay público visitante en los partidos de ascenso y desde 2013 tampoco en la Primera División. Existe la idea de que se pueda regresar a partidos con ambos bandos presenciales, pero sucesos como estos retrasa cualquier intento de normalización.
"Los operativos de seguridad son otro tema para abordar. El fútbol sin público fue una oportunidad perdida para mejorar las condiciones en las que la gente va a la cancha. Vamos a ver lo que sucede, esto abre una interrogante", concluyó.