"Como médico, yo tenía actitud enciclopedista y si quería aprender a cocinar, tenía que hacer una autoformación muy rígida. No quería ir a las escuelas porque no tenía tiempo y lo que hice fue estudiar y trabajar la cocina de todas partes del mundo de manera autodidacta".
"Los médicos no tenemos carácter de ser el número uno. La estrella me hizo cambiar de perspectiva y me hizo impulsarme", afirma Sánchez Romera.
"Como médico sabía que no podía introducir química en los platos. Soy el anticristo de lo sintético en cocina. Soy y sigo siendo un detractor de la química y todo lo que sean aromatizantes, colorantes, etc. Y no me interesa precisamente por cuestiones de salud. Esa responsabilidad que me daba ser médico también influía en que los alimentos que yo hiciera: debía ser digerible y saludable".
"Nosotros tenemos que ofrecer como cocineros aproximarnos más a la realidad y olvidarnos un poco de producto local. El producto local tiene limitaciones, si todo el mundo hiciera eso, no habría para tantos. ¿Por qué no aceptar que puede haber alimentos en otros países que pueden llegar aquí en buenas condiciones?", reflexiona Sánchez Romera. "Hay que ser muy riguroso en la calidad".