El término Sak proviene de la lengua maya que significa plata, a su vez Cu es la sigla del elemento cobre. Estos metales tienen la característica de ser biocidas, dice la doctora Rodil, quien detalló que el cubrebocas fue confeccionado en la UNAM con el apoyo de la Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación de la Ciudad de México.
El cubrebocas está fabricado de tres capas como lo recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS). La externa y la interna son de algodón y la intermedia está formada por nanocapas de plata-cobre depositadas en polipropileno. Esos metales tienen propiedades antivirales, antibacteriales e incluso antifúngicas.
El equipo de la UNAM que trabajó con el el Hospital Juárez de México demostró que la nanocapa de plata y cobre inactiva el SARS-CoV-2.
Para probarlo los científicos realizaron el siguiente experimento. Se colocaron las gotas con el virus, tomadas de pacientes positivos sobre la película de los elementos depositada en polipropileno. Resultó que si era mucha la concentración viral, el virus desaparecía en más del 80% a lo largo de unas ocho horas. A su vez, si la carga viral era baja, en dos horas no se detectaba nada del ARN del patógeno.
"Al contacto con la nanocapa de plata-cobre, la membrana del SARS-CoV-2 se rompe y se daña su ARN", reza el informe elaborado desde la UNAM.
Con la certeza de que es antiviral y no hay ningún riesgo citotóxico, se elaboró la mascarilla en telas naturales y reusables con el fin de abatir el problema del desecho continuo. Tienen también una eficiencia de filtrado de 50% para las partículas más pequeñas, tipo aerosol, y entre 80% y 90% para partículas de 2.5 micras.
"Aunque el filtrado aún se está afinando, la protección que ofrece el SakCu es bastante buena, si le caen gotas con virus o bacterias, en unas pocas horas serán inactivadas", aseguran los científicos.
Para limpiar la mascarilla solo se necesita agua y jabón, y su durabilidad es de diez lavadas.