En reiteradas ocasiones, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, ha declarado su intención de volver al voto analógico, acusando con antelación posibles fraudes en el voto electrónico.
Similar fue la técnica empleada por el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump (2017-2021) en 2020 cuando acusó fraude en el voto electrónico de ciertos estados en la elección presidencial, en la que a la postre sería derrotado por Joe Biden.
Amenazas presidenciales
"Estoy avisando con antelación a los jueces del Tribunal Supremo. Yo entrego la banda presidencial a cualquiera que me gane en las urnas de forma limpia, pero con fraude no", sostuvo Bolsonaro en un video publicado en sus redes sociales.
La estrategia de ensombrecer las próximas elecciones viene de la mano con la dura caída del mandatario en las encuestas, de forma inversamente proporcional al alza de la candidatura del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, quién según recientes sondeos, bordea el 58% de las preferencias presidenciales.
La escalada de declaraciones habría llegado hasta la órbita de las Fuerzas Armadas, dadas las amenazas del ministro de Defensa de Bolsonaro, Walter Braga Netto, quien habría afirmado que no se celebrarían elecciones en 2022 de no ser mediante el voto impreso.
Sin embargo, el mismo Bolsonaro fue electo en 2018 mediante el sistema de voto electrónico que impera desde el año 2000 en Brasil. ¿Qué cambió desde aquel entonces?
"Bolsonaro argumenta que incluso en las elecciones en las que fue electo hubo fraude, que debió tener más votos de los que tuvo. Incluso la Corte [electoral] demandó a Bolsonaro con una fecha para presentar las pruebas, y hasta el momento no tiene ninguna prueba, porque no existen pruebas", ejemplifica el analista político Clayton Mendonca Cunha Filho, doctor en Ciencia Política de la Universidad Federal de Ceará, en conversación con Sputnik.
¿Es el voto electrónico el problema?
Venezuela y Brasil son los dos únicos países de América Latina que cuentan con un sistema de voto 100% electrónico. Esto quiere decir, que todo el proceso es controlado de manera informática, desde el voto en urna, hasta el conteo de los mismos.
Sin embargo, en casi la totalidad de la región, la informatización del voto existe en alguna parte del proceso electoral. Principalmente en la computación de los resultados y en el registro de votantes.
Según datos del Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral —IDEA por sus siglas en inglés—, todos los países de América Latina consideran la asistencia informática en algún punto de sus procesos electorales: registros de cómputos en locales de votación, centrales únicas de conteos, publicaciones de datos electorales en línea, entre otros.
Lo anterior incluye el registro electoral, y algunos países, como el propio Brasil, poseen incluso mediciones biométricas asociadas al registro electoral de votantes.
Voto electrónico en Brasil
Fernando Henrique Cardoso fue electo presidente de Brasil en 1994, en las primeras elecciones brasileñas con resultados informatizados, vale decir, con resultados computados hacia una central receptora desde cada centro de votación.
Brasil celebra elecciones con informatización total del voto hoy en día. Las presidenciales de 2002, en las cuales resultó electo Luiz Inácio Lula da Silva, fueron las primeras con esta modalidad.
Jair Bolsonaro fue el último presidente brasileño electo mediante voto electrónico total.
El riesgo de fraude existe siempre
En todas las elecciones, sean mediante voto impreso o electrónico, existe la posibilidad de fraude.
"Es muy difícil evitar errores o vulnerabilidades en el software, por eso resulta necesario que la automatización de cada fase. Esto quiere decir que el resultado de un error o cambio no detectado en el software, puede ser evidenciado por los participantes del proceso electoral", sostiene una investigación del Conicet (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) argentino, coordinada por Jorge Díaz y Dante Zanarini, sobre la implementación del voto electrónico.
"Un sistema de votación requiere de una entidad pública, independiente y con la capacidad técnica necesaria, que pueda ejercer la auditoría y control de los procesos y del sistema", agregan los investigadores argentinos.
Este requisito no se cumpliría en el caso de un presidente en ejercicio como Bolsonaro, que permanentemente cuestiona las instituciones electorales de su país, siembra más dudas que certezas en el proceso, e involucra aspectos políticos por sobre aspectos científicos o técnicos.
"Pero Bolsonaro es eso, desde el principio trabaja en contra del sistema democrático. Es una lástima que la gente no haga nada, las instituciones no funcionan y no se hace nada. Mientras él, sigue con sus chistes de mal gusto", aseveró Mendoca.
Miedo a un golpe
Las constantes amenazas de cancelación de las próximas elecciones por parte de Bolsonaro han creado un clima de incertidumbre en la población, que se divide entre quienes no le creen y los que temen de sus acciones.
"Nadie le cree, además de sus seguidores que son fanáticos fieles. Porque no tiene pruebas, no tiene sentido, no tiene nada", argumentó el académico brasileño.
"Es el mismo playbook de Donald Trump, hace exactamente lo mismo y lo que es más de temer aún, es que si pasa en Brasil lo que pasó en EEUU, una invasión al Congreso, nadie tiene confianza de que la policía o las fuerzas armadas harían algo para impedirlo, sino adherirse al golpe", concluyó.