La noticia la sorprendió en Estados Unidos, donde llevaba unos días preparándose con el entrenador Carlos Torres en el gimnasio Mundo Boxing, regenteado por un viejo conocido de los púgiles salvadoreños, el cubano Isidoro Nicolás Alice.
Por suerte, aquel madrugón intempestivo no fue para recibir una mala noticia, otra más en un año de tanta frustración para esta capitana de la Fuerza Armada de El Salvador, que veía escurrirse su sueño olímpico por culpa de la pandemia de COVID-19.
De entrada, Argentina iba a pelear en la división de 51 kilogramos, su favorita, en la que más fuerte se sentía, y confiaba lograr su clasificación en uno de los dos preolímpicos programados para el fatídico 2020, ninguno de los cuales se dio.
"La pandemia lo echó todo a la basura", confesó Solórzano en declaraciones facilitadas a Sputnik desde Tokio, donde su paso fue efímero, pero la satisfacción eterna.
Una experiencia única
Gracias a su posición en el escalafón mundial, la pugilista salvadoreña fue invitada de última hora a participar en Tokio-2020, y tuvo apenas 20 días para ponerse en forma, hacer el peso y alistar sus matules para irse al otro extremo del mundo.
Al fin, el sábado 24 de julio, Argentina Solórzano subió al ring del Kokugikan Arena para cumplir su sueño de competir en unos Juegos Olímpicos, pero tampoco podía pedirle más a la suerte: el sorteo le deparó una rival 13 años más joven, y para colmo, japonesa.
Sena Irie, talento local del peso pluma (54-57 kilogramos), venció a la centroamericana con una disertación del escurridizo estilo asiático, evitando el cuerpo a cuerpo, dando y huyendo, girando como un trompo ante una pegadora nata, preparada para el "clinch".
"Estuvo bonita (la pelea), la verdad me gustó porque estaba bastante emocionada. Primera vez parada en un ring olímpico, traté de dar lo mejor, pero mi rival era bastante rápida", resumió la salvadoreña al terminar el pleito, que Irie ganó por unanimidad.
Sin ánimo de excusarse, Solórzano consideró que tenía oxígeno para encarar a la veloz Irie, pero le faltó rapidez y quizás algunos "rounds" más.
"En el primer y segundo asalto noté su velocidad, porque ella golpeaba y se movía. Yo soy más de pelear un poco parada, de darme duro, y ella golpeaba, se movía, diferente tipo de boxeo", agregó.
Misión cumplida
Militar de formación, Solórzano cumplió su misión en Tokio-2020: representar a su país con dignidad y esfuerzo, pero sobre todo cumplió con ella misma, al llegar al certamen que honra los valores ancestrales del deporte.
Múltiple campeona centroamericana, Argentina ya tiene mucha carretera recorrida en el pugilismo, aunque en la academia militar —a la que ingresó pese a las reticencias por una escoliosis— también practicó tiro, atletismo, triatlón, montañismo y paracaidismo.
"Me voy feliz de haber pisado un ring olímpico, haber estado aquí es lo mejor que me ha podido pasar", aseguró Solórzano, primera boxeadora salvadoreña que llega a la cita de los cinco aros.