"El brusco cambio de la situación exterior y económica ha creado nuevos desafíos para nuestro país, vinculados sobre todo con la guerra híbrida. Occidente ha desatado una guerra financiera y económica contra Bielorrusia, que nos obliga a elaborar respuestas múltiples a largo plazo", dijo citado por la agencia Belta.
Al mismo tiempo el ministro señaló que todo desafío trae consigo nuevas oportunidades para descubrir y aprovechar con eficacia.
Según Makéi, Bielorrusia tiene en quién apoyarse: "Me refiero, en primer lugar, a nuestros socios estratégicos, a Rusia y a China, y también a otros países, así como a nuestra presencia en los mercados tradicionales, y a las estrategias y los planes de aumentarla en nuevos mercados y nichos", dijo al intervenir en un seminario para los dirigentes de las instituciones consulares de Bielorrusia.
Las elecciones presidenciales del 9 de agosto de 2020 en Bielorrusia, que otorgaron un nuevo mandato a Alexandr Lukashenko, dieron origen a varios meses de protestas.
La Fiscalía General de Bielorrusia abrió causas penales contra líderes opositores a los que les imputa llamados a derrocar el Gobierno y la creación de un grupo extremista con el objetivo de hacerse con el poder a través de medios anticonstitucionales.
Las autoridades bielorrusas declararon en varias ocasiones que las protestas se coordinan desde el exterior. Lukashenko acusó a Occidente de injerencia directa en la situación en Bielorrusia, dijo que fuerzas externas intentaron organizar en Bielorrusia una "revolución de colores" que fracasó.
La Unión Europea, el Reino Unido, Estados Unidos, Canadá y otros países empezaron a imponer sanciones contra las compañías y personalidades oficiales de Bielorrusia, imputando a Minsk infracciones electorales y la violación de los derechos humanos.