La nave nodriza VMS Eve llevó el VSS Unity a unos 16 kilómetros sobre el nivel del mar. Luego, el avión se elevó a una altitud de 88,5 kilómetros. Los cuatro tripulantes de la nave disfrutaron de varios minutos de ingravidez, después de lo cual regresaron a la Tierra. Para esto, el VSS Unity elevó sus alas a semejanza de una pluma de bádminton para reorientarse al descenso y a unos 15.000 metros las volvió a su configuración normal para realizar un deslizamiento dinámico que concluyó con un aterrizaje suave en la pista de Spaceport America.
A Branson le acompañaron en este vuelo los pilotos del VSS Unity Dave Mackay y Michael Masucci, los ingenieros Colin Bennett y Beth Moses, así como la vicepresidenta de Virgin Galactic Sirisha Bandla. Uno de los principales objetivos de la misión era evaluar las experiencias que vivirán los futuros turistas espaciales, incluidas las condiciones de la cabina o la comodidad de los asientos.
Esta ha sido la vigésima segunda prueba para el VSS Unity y el primer vuelo en llevar a bordo una tripulación completa. En 2018, la compañía de Branson logró un hito histórico luego de que uno de sus aviones consiguiera llegar al espacio.