Revuelta fratricida
Una idea civilizada de Merkel fue arrastrada hasta el fango por los países bálticos y los países bajos. Antes de pensar que una cumbre UE-Rusia serviría de bálsamo para el actual bajo estado de situación de las relaciones entre Moscú y Bruselas, acabó despeñado. Todo, porque piensan que un cónclave de este tipo significaría una victoria para Putin, en lugar de pensar como Merkel y algunos otros líderes, que si el presidente de EEUU, Joe Biden, se reunió con Vladímir Putin, por qué Europa no puede hacer lo mismo.
De todos los argumentos a favor de una cumbre UE-Rusia, tal vez el más lapidario debe ser el del presidente de la República Checa, Milos Zeman. En declaraciones a la cadena CNN Prima NEWS, soltó: "La gente debería comunicar; para mí, esto es un axioma; si no comunican, se puede sospechar que tienen un complejo de inferioridad y por eso tienen miedo de los contactos con la otra parte. [El presidente de EEUU, Joe] Biden no temía los contactos con Putin". ¿Por qué deberían temerlo los representantes de la UE?". En esta auténtica guerra intestina, hay medios occidentales que han lanzado la idea de que Rusia es la responsable de esta fractura a la Unión Europea.
"Aquí no se trata de quién creó la fractura. La fractura era una cosa que ya estaba en la cuestión que simplemente hay dos posiciones muy encontradas al interno de los miembros de la UE. Por un lado, los miembros que creen que tiene que haber una política exterior europea independiente de EEUU, que se preocupe desde una perspectiva realista por resolver el interés europeo, y aquellos que se pliegan al interés de Washington y sus intereses en relación con Rusia", dice al respecto el Dr. en Geopolítica Rolando Dromundo.
Más reyertas
Mientras, en plena víspera de la cumbre, y ya adentrados en ella, varios líderes se le echaron al cuello al primer ministro de Hungría, Víctor Orban, por la reciente aprobación de una ley que prohíbe los contenidos LGBTI en las escuelas de su país. Su par neerlandés, Mark Rutte, lanzó: "Orban no tiene vergüenza. Tenemos que doblegarlo". Fue de lo más suave que le dijeron. Orban acusó de tergiversación: invitó al resto de líderes europeos a leer el texto antes de hablar. "Siempre es mejor leer primero y reaccionar después. Es el orden correcto". Y zanjó: "Defiendo los derechos de los homosexuales pero esta ley no va de eso. Va de los derechos de los niños y los padres".
Pero los coletazos siguieron y a los pocos días, Orban declaró tajante: "No podemos aceptar que otros países miembros de la UE nos digan cómo debemos educar a los niños húngaros. Esto no es correcto. Algunos han interpretado mal la dinámica de la UE. No podemos aceptar que ningún país de la UE nos diga que tenemos que poner de rodillas a uno de los países de Visegrado. Hay que poner fin a esta dictadura".
"Orban no es el único en el mundo que está utilizando esta serie de legislaciones bastante controversiales para conseguir más votos del sector conservador", explica el Dr. Rolando Dromundo.