A pesar de que el templo fue descubierto por primera vez en 1920, el arqueólogo británico John Garstang, responsable del hallazgo, la volvió a cubrir para protegerla.
La basílica se encuentra ubicada a pocos metros de la orilla del mar y está compuesta por tres secciones, una sala principal y dos laterales. La sala principal estaba rodeada de columnas de mármol de hasta 13 metros de altura, adornadas con capiteles, de acuerdo con los arqueólogos.
Al percatarse de que las columnas de mármol habían sido construidas con materiales importados de Asia Menor y tras analizar los restos, Garstang calculó que el edificio era de la época de Herodes I.
Sin embargo, cuando los trabajos de excavación se retomaron en 2016, los arqueólogos descubrieron que algunas partes del edificio eran del siglo 2 y 3 d.C, durante la regencia del emperador Septimio Severo. Los científicos creen que en este periodo se reconstruyó el sitio para ampliarlo.
Además, los investigadores aseguran que en la época romana la basílica no era un edificio religioso, sino un edificio público utilizado para el comercio, los juicios y otras funciones cívicas que estaba localizado en el centro de la ciudad.
En el año 363 un terremoto destruyó Ascalón y la basílica fue destruida. Sus restos fueron utilizados por los imperios posteriores para adornar otros edificios.
Las ruinas se encuentran dentro del territorio del Parque Nacional de Tel Ascalón y pronto serán accesibles al público, según los planes de la Autoridad de Naturaleza y Parques de Israel.